El planeamiento de la región metropolitana de Nuevo León III

DICIEMBRE 2018

 

En los artículos de octubre y noviembre de METROPOLISREGIA.COM, se repasó el acelerado proceso de expansión que tuvo Monterrey, desde los primeros años de la transformación industrial del siglo pasado hasta nuestros días. Proceso que se consideró irracional e insolidario, porque después del desbordamiento del núcleo reticular, configuró una zona metropolitana enorme y disfuncional; como resultado del grave desorden urbano que produjo la mercantilización del desarrollo, al que no faltaron determinaciones del planeamiento.

El análisis al que se hace referencia, tenía como objetivo la elaboración del diagnóstico de la situación actual de la ciudad; y, posteriormente, la revisión del planeamiento de la Región Metropolitana de Nuevo León. Por eso, en este artículo que cierra el año 2018, se recupera las principales valoraciones del desarrollo urbano de los dos anteriores; mientras que, en el siguiente de enero se complementa el contenido de éste, con referencias a la estructura formal y funcional de la ciudad y a los tres sistemas generales del planeamiento (comunicaciones, espacios libres y equipamientos); los cuales, como es sabido, son esenciales en la configuración del espacio público y pueden contribuir a la calidad urbana. Y, en el de febrero, se recopilará los principales condicionantes del planeamiento urbano: los condicionantes geográficos, socioeconómicos y geométricos.

DIAGNÓSTICO DEL DESARROLLO URBANO DE LA REGIÓN METROPOLITANA

Como antecedente del desarrollo urbano de la metrópoli, se recordó el aislamiento geográfico y socioeconómico que impidió el crecimiento de Monterrey la mayor parte del Virreinato. Pero, ya como nodo del comercio regional del Noreste después de la Independencia y, sobre todo como capital industrial del país el siglo pasado, la ciudad creció excesivamente; desaprovechando su estructura formal y funcional, así como los modelos de ordenación que proponía el planeamiento urbano. Si en 1910, más de tres siglos después de su fundación, Monterrey había alcanzado una población de 88,000 habitantes y 1,300 hectáreas de superficie edificada; un siglo después, en 2010, ya como zona conurbada superaba 4’160,000 habitantes (47 veces más) y 85,200 hectáreas (65 veces más). A pesar que el crecimiento explosivo había ocurrido entre 1940 y 1970, cuando la tasa de aumento de población era superior a 6% y que a partir de la conformación de la metrópoli se había estabilizado en menos de 3%, el desarrollo urbano continuaría su expansión con un patrón de expansión errático y desequilibrado1 (Fig. 1218-01).

Figura 1218-01. Plano 10, Diagnóstico. Regiones según la condición migratoria en 2000-2010. Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030. En cuanto al desplazamiento geográfico de la población, actualmente, el Área Metropolitana de Monterrey se conserva en equilibrio; mientras que la Región Periférica experimenta una fuerte atracción, las otras regiones del Estado enfrentan diferentes grados de expulsión que provocan un fuerte desequilibrio socioeconómico

Ahora bien, una vez que el aumento de población ha dejado de ser impredecible, Monterrey podría poner remedio al desorden urbano y recuperar el desarrollo sostenible. Porque, como explica Capel de algunos semejantes al nuestro, “si durante mucho tiempo pudo afirmarse que el crecimiento era un hecho muy positivo (cuanto mayor, mejor), desde la década de los años sesenta, cuando se planteó la polémica de los límites del crecimiento, la perspectiva empezó a cambiar. Hoy lo ha hecho todavía más, con la actual crisis global. En estos momentos, seguramente es cierto que, en algunos casos, el crecimiento cuanto menor, mejor; y en todas la situaciones, cuanto más equilibrado, mejor“2(Fig. 1218-02).

Figura 1218-02. Estimación de las Proyecciones de la Población de las Regiones del Estado en el período 2010–2030. Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030. La gráfica muestra no solo el desequilibrio entre la población del Área Metropolitana de Monterrey, sino que el aumento de la población de la Región Periférica incrementa la concentración del desarrollo en solo una de las regiones

Por su parte, las autoridades que tenían a su cargo el planeamiento de la metrópoli hasta hace poco tiempo, han corroborado lo anterior; “el problema de Nuevo León ya no es el crecimiento explosivo. Se trata de distribuir mejor el crecimiento mesurado actual y de ese modo lograr mejorar su calidad de vida”3. Y, por la nuestra, a la distribución ordenada del crecimiento, podríamos como condición la recuperación del equilibrio, la rectificación del desorden que conlleva la mercantilización del desarrollo urbano. Porque, como se explica enseguida, es necesario analizar separadamente los dos aspectos mencionados; ya que, la ordenación del crecimiento y el equilibrio del desarrollo, aunque siguen el orden cronológico difieren en el lógico.

Por lo que toca al primer aspecto, que consiste en la formulación de un modelo idóneo de crecimiento para la ordenación urbana, en la presente circunstancia legislativa; se dijo que hacía falta la revisión y homologación de los documentos del planeamiento, en las diferentes escalas de actuación (regional, metropolitana y municipal); sin olvidar que durante la segunda mitad del siglo XX, sus determinaciones resultaron ineficientes o al menos insuficientes. Entre otras causas, porque “las propias técnicas de representación (…) se han visto aplanadas en la bidimensionalidad de las mallas del zoning y en la jerga algebraica de los standards1; facilitado con ello, que la arquitectura asumiera el papel operativo preponderante del desarrollo urbano. Y así, como recientemente “se ha comenzado a invocar con insistencia la necesidad de una recomposición de la unidad entre arquitectura y urbanismo5; para la conjunción jerarquizada de los objetivos propios de cada disciplina, resulta indispensable recuperar la orientación morfológica del planeamiento urbano, el enfoque del planeamiento en el diseño del espacio público.

Además, si la nueva legislación señala la necesidad de asumir la densidad y características de proximidad de la ciudad compacta, el primer objetivo del desarrollo debería enfocarse en la regeneración del tejido urbano existente, en las diferentes partes de la metrópoli. Las mismas autoridades a las que nos hemos referido lo han explicado: “sería deseable revertir los criterios dispersivos de uso y ocupación del suelo en especial del Área Metropolitana de Monterrey, que han llevado a la baja exagerada y crítica de la densidad; [que] pasó de 95 habitantes por hectárea en 1970, a 60 en el año 2000 y a 47 en el año 2010. [Pues] si continúan las tendencias de ampliación del área urbanizada en los municipios de la Región Periférica, (…) la densidad de población continuará descendiente, lo cual puede generar problemas por la insuficiencia o inexistencia del equipamiento urbano que demanda la población, y que la obliga a desplazarse a los municipios del Área Metropolitana de Monterrey para utilizar los servicios que ésta proporciona”6 (Fig. 1218-03).

Figura 1218-03. Distribución de la Estimación de la Proyección de Población por Regiones en el Estado en el año 2030. Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030. Más del 90% de la población total del Estado se concentrará en solo dos de las regiones. Para potenciar el desarrollo socioeconómico es indispensable contar con un programa planeamiento que asegure la recuperación del equilibrio regional

Pero, que la dotación equipamental sea homogénea, no significa que el tejido de la metrópoli deba ser uniforme. Asumiendo un razonamiento de Ordeig, “se trataría de conseguir ciudades o partes de ciudad (…) complejas y diversas. Complejas en cuanto que debe verse favorecida la mezcla de usos, (…) pero también compleja en cuanto a las ofertas tipológicas, por ejemplo, diferenciado el tratamiento en altura. Diversas en cuanto a que cada ciudad o parte de ciudad ofrezca unas características propias, siempre suficientemente atrayentes”7. Con todo ello, en el caso que nos ocupa, se recuperaría también la configuración policéntrica (histórica) de la región; ya que, “después de justificar el reforzamiento de periferias o de zonas obsoletas que han llegado a ser nuevos nodos, está generalizándose y tendiendo a ver la ciudad como una constelación de centralidades”8. Y por eso, la incorporación de los factores de complejidad y diversidad urbanística en la regeneración de cada una de las zonas dependientes de esas centralidades, permitiría asegurar la compacidad y la disponibilidad equipamental de toda la metrópoli (Fig. 1218-04).

Figura 1218-04. Plano 10, Baldíos Internos a la Mancha Urbana. Plan Metropolitano 2000-2021, Desarrollo Urbano de la Zona Conurbada de Monterrey, de Óscar Bulnes Valero y Helios Albalate Olaria. Tanto los espacios ocupados por la industria obsoleta como los baldíos internos de la mancha urbana, estarían disponibles para la regeneración; para redensificar y completar la dotación equipamental del tejido residencial existente de la metrópoli (la información del documento debe actualizarse)

No obstante, si las diferentes teorías del Urbanismo ayudan a descubrir el modelo de ordenación idóneo de una ciudad, y la práctica gestiona su materialización; los documentos del planeamiento deben conjuntar los dos elementos de la disciplina. Sin embargo, corresponde más directamente a la práctica del Urbanismo el segundo de los aspectos mencionados anteriormente: la recuperación del equilibrio del desarrollo eliminando la mercantilización de las actuaciones urbanas. Así, aunque al indagar el origen de la mercantilización, por una parte se descubrió que la ausencia de parámetros morfológicos adecuados -la insuficiencia técnica del planeamiento-, había obviado los rasgos de la estructura formal y funcional de la ciudad; por la otra, quedó patente que la magnitud y urgencia de la demanda de suelo -la inmediatez irrestricta de las actuaciones urbanas-, había añadido al desorden urbano el desequilibrio medio ambiental y el descuido del espacio público. Mientras “la sostenibilidad, en cuanto al diseño urbano se refiere, se basa en lo que se está calificando como calidad urbana. Sus parámetros se basan en una integración de lo medioambiental, lo sociocultural, lo estético y lo tecnológico”9; por el contrario, el desarrollo que obedece a una práctica mercantilizada tiende a descartarlos, a supeditarlos al resultado económico de las actuaciones urbanas (Fig. 1218-05).

Figura 1218-05. Plano 12, Estructura Vial Actual. Plan Metropolitano 2000-2021. Desarrollo Urbano de la Zona Conurbada de Monterrey, de Óscar Bulnes Valero y Helios Albalate Olaria. Los condicionantes de la orografía propia de la metrópoli regiomontana que obstaculizan el desarrollo del sistema transversal de circulaciones, requieren de soluciones técnicas que aseguren la accesibilidad y movilidad a todas las partes de la metrópoli (la información del documento debe actualizarse)

En suma, en el resultado morfológico, la mercantilización evidencia tanto la deficiencia teórica del planeamiento como el desequilibrio práctico del desarrollo urbano de Monterrey. Por una parte, la correspondencia unívoca de los modelos de la ciudad extensiva -los diferentes tipos de actuaciones de unifamiliares-, acarreó el consumo irracional de suelo y la extensión no prevista e innecesaria de la huella de la metrópoli, la accesibilidad y la movilidad deficientes; por la otra parte, la espontaneidad de las actuaciones urbanas provocó a una grave insuficiencia equipamental y el debilitamiento de la configuración multipolar de la región conrubada. Y, como consecuencia de la destrucción de la diversidad geográfica e histórica del territorio, se perdió la estructura formal y funcional de la metrópoli. Finalmente, a causa de la manipulación especulativa del mercado de a vivienda social, del desarrollo condicionado por los mayores aprovechamientos urbanos, se privilegió la cantidad en lugar de la calidad; se estimuló no solo la degradación de los servicios ambientales, sino la disposición inequitativa del espacio público: a la segregación socioeconómica de una gran parte de la población de la metrópoli (Fig. 1218-06).

Figura 1218-06. Plano 11, Densidad de Vivienda 1995. Plan Metropolitano 2000-2021. Desarrollo Urbano de la Zona Conurbada de Monterrey, de Óscar Bulnes Valero y Helios Albalate Olaria. Si la urbanización sin la consolidación del parcelario de la propiedad particular llevó a la fractura del tejido urbano, la segregación espacial produjo barreras socioeconómicas infranqueables en la metrópoli (la información del documento debe actualizarse)

En efecto, irracionalidad e inequidad se corresponden con la dispersión y falta de equilibrio del resultado morfológico. Qué duda cabe por tanto, que la interacción de factores tan adversos que hizo prosperar el desorden, ha influido también en la reciente pérdida de competitividad urbanística de Monterrey10. No obstante, si se trata de recuperar las condiciones de sostenibilidad del desarrollo metropolitano; el contenido de los documentos de ordenación urbana del planeamiento deberá incluir; en primer lugar, la definición de la estructura formal y funcional, la vinculación racional de los componentes urbanos residencial-comercial y productivo, la complejidad y diversidad del tejido urbano que perdió la ciudad al salir del trazado reticular del centro histórico; y, en segundo, recuperar la calidad del espacio público, que se consigue con el buen diseño de los sistemas generales del planeamiento: de los sistemas de comunicaciones, áreas libres y equipamientos de la conurbación; temas que serán tratados en los siguientes artículos.






1. Cfr. Gustavo GARZA, El Área Metropolitana de Monterrey en el año 2020, en Estudios Demográficos y Urbanos, El Colegio de México, 1998. Cuadro 1, pág. 668. http://aleph.academica.mx/jspui/bitstream/56789/21649/1/13-039-1998-0667.pdf 
2. Horacio CAPEL, Las pequeñas ciudades en la urbanización generalizada y ante la crisis global. Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de Geografía, UNAM. ISSN 0188-4611, Núm. 70, 2009. Pág. 13, col. 2, párr. 4 a pág. 4, col. 1, párr. 1 
3. Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030. Secretaría de Desarrollo Urbano de la Secretaría de Desarrollo Sustentable. Fernando Gutiérrez Moreno y Roberto García Ortega. Monterrey, N. L. 2012. Pág. 45, párr. 9 http://nuevoleon.gob.mx/sites/default/files/AC_0001_0007_00109854_000001.pdf 
4. Benedetto GRAVAGNUOLO, Historia del Urbanismo en Europa 1750-1960, Ediciones Akal, S. A., Madrid, España, 1998. Pág. 7, párr. 1 
5. Ibídem. Pág. 7, párr. 2 
 6. Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030. Secretaría de Desarrollo Urbano de la Secretaría de Desarrollo Sustentable. Fernando Gutiérrez Moreno y Roberto García Ortega. Monterrey, N. L. 2012. Pág. 45, párr. 8 http://nuevoleon.gob.mx/sites/default/files/AC_0001_0007_00109854_000001.pdf 
7. José María ORDEIG CORSINI, Diseño Urbano y pensamiento contemporáneo. Instituto Monsa de Ediciones, S.A. Barcelona, 2004. Pág. 302, col. 1, párr. 5-7 
 8. Ibídem. Pág. 301, col. 2, párr. 2 
9. José María ORDEIG CORSINI, Diseño Urbano y pensamiento contemporáneo. Instituto Monsa de Ediciones, S.A. Barcelona, 2004. Pág. 302, col. 1, párr. 3 
10. De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad A. C., entre 2012 y 2018 Monterrey cayó del primero al séptimo lugar en el Índice de Competitividad Urbana

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