Agosto 2022
La regeneración de la estructura urbana de Monterrey no podría ser el resultado de un proceso fortuito, semejante a la expansión que produjo el desorden actual -su extensión desmesurada, discontinua y uniforme- bajo la influencia de factores adversos y contrapuestos de mercado que ignoraron los condicionantes de desarrollo urbano y regional1. Por el contrario, para revertirlo sería necesario remediar la dispersión la zona metropolitana, aplicando un plan de desarrollo urbano que corrija la indeterminación funcional y formal, y la falta de articulación del conjunto. Que al configurar partes completas y más compactas de ciudad resuelva las inconsistencias de los componentes de vivienda, producción y equipamiento social; y, que al compensar su desconexión consiga la complementariedad del conjunto2. Un proyecto de redistribución de población y edificación en el espacio aun vacío de la conurbación, a pesar de la dificultad de diseñar simultáneamente la escala local y regional de una superficie que hoy excede 160,000 Ha.
Observando el crecimiento de las ciudades europeas y americanas, Gastón Bardet y Kevin Lynch habían sugerido algo semejante al término de II Guerra Mundial3. El primero cuando decía que, “agregando ceros a la derecha de la cifra que dimensiona un elemento, no se obtiene este mismo elemento agrandado sino un elemento de otra naturaleza, de otra estructura, regido por otras leyes. (…) Lo que es totalmente lógico. (…) Si se amplía concéntricamente la masa, se deben ampliar también concéntricamente los nodos o centros secundarios”4. Mientras que, por su parte Kevin Lynch, destacando que “resultan raros lo medios imaginables de gran escala. Pero la organización espacial de la vida contemporánea, la rapidez del movimiento y la velocidad y la escala de la nueva construcción, (…) hace posible y necesario elaborar estos medios ambientes mediante un diseño consciente. [Por tanto] es evidente que la forma de una ciudad o de una metrópoli no debe exhibir un orden gigantesco y estratificado. [Y, aunque] pocas veces se intenta (…) diseñar una forma de esta naturaleza; el problema de su totalidad es descuidado o queda relegado a la aplicación ocasional de principios arquitectónicos o de planeamiento del terreno”5.
De lo anterior, se podría deducir la disparidad de opinión de los autores citados, pero sobre todo la diferencia que hay entre una ciudad de gran tamaño y una conurbación. Así que, por lo que toca a la disciplina del Urbanismo, si ciudad y metrópoli son distintas, también deben serlo contenido y objetivos del planeamiento de las escalas urbana y regional. Por tanto, ya en el caso de la Zona Metropolitana Monterrey, convendría enfatizar no solo la diferencia de escala de los planes de desarrollo urbano de las partes y el conjunto de la zona metropolitana; sino, además la vinculación de las propuestas de desarrollo urbano y regional, revisando la complementariedad de las herramientas de planeamiento de la metrópoli y cada una de sus partes. Y, como consecuencia, no solo evitar la expansión radioconcéntrica aleatoria del centro histórico de la ciudad; sino aplicar un plan de desarrollo de la zona metropolitana que consolide partes de ciudad completas a partir de los núcleos de las cabeceras municipales adyacentes6.
Por eso, después de haber observado la dispersión del trazado rectangular de Monterrey inducida por el crecimiento industrial y manufacturero la primera mitad del siglo XX7 (Fig. 0822-01), asumiendo lo que decía Lynch aunque quizá todavía más las teorías de topografía social y escalonamiento de los sistemas de Gastón Bardet; Guillermo Cortes Melo y Helios Albalate Olaria habían planeado la expansión de la ciudad con el Plan Director de la Subregión Monterrey de 1967 (Exápolis 2000). Se trataba de una zona metropolitana conformada por seis ciudades con todos sus componentes -vivienda y actividades productivas, centros urbanos con equipamientos e infraestructuras- apoyada en el sistema de comunicaciones radial, pero articulada por la orografía propia y algunas reservas de suelo para uso agrícola y áreas verdes. La singular configuración geométrica tentacular habría resultado de la expansión radio concéntrica, así como de la incorporación de los elementos de la geografía regional8 (Fig. 0822-02).