Morfología del presente II

JULIO 2011


El proceso de análisis para la regeneración de Monterrey tomará tiempo, por lo que anticipar aquí más allá de las líneas generales que podrían llegar a configurar la metrópoli, sería arbitrario, y como consecuencia imposible de gestionar. Pero la problemática metropolitana presenta cada día circunstancias más acuciantes, por lo que tal vez, resultaría práctico estudiar en otros sitios las soluciones probadas y exitosas que pudieran ayudar a esclarecer el modelo a seguir en las zonas críticas y aplicarlas a modo de prueba. Enriquecerían el análisis de la situación actual.

Pero, por otro lado, es impostergable poner a la vez también los cimientos del propio paradigma: diseñar y utilizar las herramientas para el desarrollo urbano, para que, sobre la base de análisis estadísticos y socioeconómicos confiables de la ciudad, se elaboren los documentos que desde el ámbito regional y metropolitano rijan el crecimiento y su disposición física. Resulta indispensable que desde ese modelo también ajustado a la propia circunstancia, sean ordenados no solo los planes generales y parciales, sino hasta los pequeños proyectos e intervenciones; su alineación permitiría también compartir las experiencias exitosas para darles luego el curso legal indispensable; sin dejar de aplicar la norma, sin perder tampoco flexibilidad.

Lámina 83. Fotografía de Monterrey desde el Cerro de la Silla.

Se podría buscar en el corto plazo remontar las deformaciones presentes desde lo fáctico, desde lo puntual, más que esperar a encontrar o imaginar idealmente alguna utopía considerara la ciudad y la región tamquam tabula rasa. Fundamentar los procesos de regeneración partiendo de cero, sobre la base que ignora lo hecho con anterioridad, fracasaría al igual que el Movimiento Moderno y sus soluciones exclusivamente edilicias.1 Los procesos historicistas y esteticistas anteriores y posteriores a esos años, tampoco se sustentarían, han sido superados por la compleja dinámica regional y urbana contemporánea.2 Los modelos radiocéntricos y lineales, concomitantes a los crecimientos inducidos durante la industrialización, ofrecen soluciones particulares, pero tienen limitaciones por su tendencia a inducir la concentración excesiva y la diseminación descontrolada, con características monofuncionales, que ya están presentes en Monterrey.3 Otros modelos, alejados de fundamentaciones exclusivamente tecnológicas y económicas, muchas veces proponen análisis más incluyentes desde las perspectivas sociales y sociológicas, aunque encomiables, estos modelos con facilidad evocan metáforas biológicas y armonías del todo inasequibles.4

Importa establecer (para el proceso de regeneración que se ha propiciado por el huracán ‘Alex’) algunas referencias paradigmáticas locales en determinadas zonas, más que importarlas o mimetizarlas. Estructurar las reformas urbanas desde lo particular, desde lo que actualmente se tiene para experienciarla, es decir compartirlas y referenciarlas en los demás sitios. Evaluar, asimilar e implementar los resultados para reorientar las experiencias urbanas actuales hacia la revitalización olvidada o abandonada hace tiempo en manos de la miopía especulativa.5

Por desgracia, hace muchos años, quizá cincuenta, que Monterrey empezó a dejar de ser ciudad. Su morfología hoy se podría expresar en términos de un inmenso vacío central, apenas habitado, marginalmente utilizado, pero inexplicablemente congestionado por el tráfico diario. Anti-lugar, inhabilitado para actividad urbana y permanente obstrucción para la movilidad. Paradójicamente su fuerza centrípeta regida más por lo económico y mercantil, lo degrada año con año.6

Por el contrario, su perímetro, que con dificultades alcanza a ser abastecido por los servicios públicos municipales, carcome con insaciable voracidad el territorio periférico: su fuerza centrífuga, alarga las escleróticas radiales principales, perenne ampliación, agitación y aglomeración las señalan. A sus lados se adhieren alternadamente los centros de producción y de transformación, también las actividades comerciales y las de servicio. Hacina suburbios de vivienda humillada, calificada con eufemismo como ‘aislada’. Dormidos de noche, muertos de día. Su desarrollo en lugar de aportar, resta oxigeno a la vivienda y congestiona las vialidades. Las actividades terciarias en los barrios tienen que suplirse con improvisadas tipologías, se podrían calificar como ‘vivienda de uso mixto’.7

Láminas 84. Vista del área urbanizada del municipio de Santa Catarina.
La vista está tomada desde La Huasteca y tiene una vista parcial del cerro de Las Mitras.
Lugar bizarro y difuso. Imposible ubicar, imposible olvidar. Pero aún sin paradigma urbano, su historia vive, su morfología tiene mucho en común con tantas otras metrópolis contemporáneas.8 Entre ellas, algunas intentan redefinir sus propios modelos, con su historia, a partir de su forma presente. Sus habitantes anhelan rescatarlas y hacerlas mejores, para ellos y sus familias, para todos los que viven en ellas. Los regiomontanos también podrán despertarla a condición de compartir sus sueños e ilusiones. Solo entonces será posible volver todos a soñarla pero con los pies en la tierra. Rediseñarla.9

Evolución de la forma urbana de Monterrey II

La secuencia del crecimiento de la ciudad que ahora se complementa, está tomada de los planos elaborados para la ciudad sobrepuestos sobre la huella urbana actual.
La imagen de 1865 nos ofrece el plan de ensanche de Epstein, el primero formalmente trazado, sobre las propuestas iniciadas a finales del siglo XVII por Crouzet. El rectángulo propuesto (en teoría debía ser cuadrado) tenía una legua por lado y dejaba alrededor media legua más hasta el término de los ejidos de Monterrey. Durante los siguientes treinta años la ciudad crece dentro de los términos propuestos por el plan de 1865 y se transforma en una ciudad de importancia estratégica.
El Porfiriato lleva a cabo una importante reforma interior de dotación de servicios e higiene, dotándola además de un cierto empaque, que como podemos observar en la imagen de 1905 no se ha traducido en expansión urbana. Los siguientes planos de los años treinta, una vez superada la Revolución, la ciudad desborda el límite de los ejidos y comienza su crecimiento explosivo. Su configuración es ahora regida más bien por el mercado, fuera de la ordenación porfiriana, se adapta a la configuración irregular e iniciativa de los predios de particulares, de las vías de ferrocarril y de la naciente industria. El trazo ortogonal del límite del los ejidos señalado por Gonzalitos, Ruiz Cortines y Churubusco apenas recuerda orden urbano abandonado.











[1] ‘Racionalizar las tipologías edilicias, separar las manzanas residenciales de la red viaria, enfatizar la higiene de los bloques de viviendas lineales disponiéndolos ordenadamente sobre un prado verde a distancias óptimas a lo largo de ejes heliotérmicos, y, sobre todo, distinguir la red del tráfico de vehículos de la de los recorridos peatonales, las zonas de negocio de las de vivienda, las neutras infraestructuras técnicas de los valores del habitar: ésta es, en extrema síntesis, la “trama de acero” de un ideograma abstracto de anti-ciudad que el funcionalismo pretendería motivar como proyecto de refundación lógica de la metrópoli moderna’. Gravagnuolo, Benedetto, Historia del Urbanismo en Europa 1750-1960. Ediciones Akal, SA 1998. Pág. 336, párr. 3.
[2] ‘La manzana no es aquí necesariamente el elemento conformador, la calle corredor, por ello tampoco. Los proyectos residenciales que desarrollan estas ideas ya no necesitan de las alineaciones estrictas que la calle ni de estrategia de ocupación de la manzana. Se trata de proyectos que leen las singularidades del suelo donde se ubican y recrean un escenario urbano a caballo entre el campo y la ciudad, donde el espacio verde y el jardín-huerto privado- adquieren protagonismo, transformándose en pocos años desde el pintoresquismo medievalista hacia el más puro racionalismo y puritanismo moderno’. Reinoso Bellido, Rafael, Topografías del Paraíso. La construcción de Málaga entre 1897 y 1959. COAM, COAATM, 2005. Pág. 188, párr. 1.
[3] ‘Habrá (…) un núcleo urbano fundamental, representado por el primitivo casco de la ciudad y una serie de núcleos secundarios o satélites que debidamente relacionados entre sí y con el principal, constituirán la urbe moderna (…) Cada núcleo tendrá fijada su extensión límite, quedará rodeado de terrenos que permanentemente han de dedicarse a la agricultura y que pueden destinarse a parques públicos en las zonas de contacto con las edificaciones.’ César Cort, Campos urbanizados y ciudades ruralizadas, Madrid, 1941, (p.245). Citado en Terán, Fernando de, Planeamiento Urbano en la España Contemporánea… Editorial Gustavo Gili, SA, Barcelona, 1978. Pág. 168, párr. 4.
[4] ‘La ciudad moderna, nacida de la repetición sucesiva de un modulo tipo creado para un ciudadano tipo, no configura a la larga una ciudad real. La ciudad necesita de una Forma en la que apoyarse, pero ésta habrá de evolucionar en función del Ser que lo (sic) habita; la Arquitectura no tiene todas las respuesta y el Urbanismo es mucho más complejo que la indefinida repetición seriada de un módulo’. Martínez Caro, Carlos y Barbarín Silvia, Gaston Bardet 1948, Le Nouvel Urbanisme, Vicents Freal et Cie, Paris. En Luque Valdivia, José. Constructores de la ciudad contemporánea. Cie Inversiones Editoriales – Dossat 2000. Pág 143, párr. 10
[5] ‘Existe una relación entre arquitectura y economía, y parece que los arquitectos construyen de una manera aislada, independiente y ahistórica. Nunca parecen permitir ningún tipo de relación exterior a su grandioso plan. Y esto parece que es cierto también en economía. La economía parece estar aislada, ser independiente y concebirse por ciclos, de manera que excluye todo proceso entrópico. Hay muy poca consideración por los recursos naturales en términos de la apariencia del paisaje, después de que las operaciones mineras o agrícolas hayan finalizado, de manera que continúa existiendo una especie de ceguera. Me imagino que es lo que llamamos obtención ciega de beneficios. Y después, de repente, se encuentran con una cadena de desolación y se preguntan cómo han llegado hasta allí. Es una manera bastante estática de ver las cosas. No creo que las cosas funciones por ciclos. Pienso que las cosas simplemente cambian de una situación a la siguiente; que en realidad no hay vuelta atrás’. Smithson, Robert, Entropy made visible, en On site, 4, 1973. Entrevista con Alison Sky, en García-Germán, Javier (ed.), De lo mecánico a lo termodinámico. Compendios de Arquitectura Contemporánea. Editorial Gustavo Gili, SL Barcelona, 2010. Pág. 60, párr. 2.
[6] ‘El éxito de un barrio no es cuestión de la clase social que lo ocupe, de la calidad de la Arquitectura, ni de un exceso de dotaciones, sino de la intensidad y diversidad de actividades que en él se desarrollen. Es deseable crear una identidad funcional y operativa que cree distritos potenciales y huya de la ciudad átona de áreas monofuncionales. La urbanización, para lograr unidades autosuficientes dentro de la ciudad debe crear calles interesantes y animadas, trazar una red continua de construcción, ajustar la dimensión de dicha red a la del distrito, procurar que los equipamientos formen parte de la trama, de forma que creen continuidad en la diversidad de actividades del barrio’. Luque Valdivia, José. Constructores de la ciudad contemporánea. Cie Inversiones Editoriales – Dossat 2000. Pág 498, párr. 5.
[7] ‘La arquitectura se hace, obviamente, imprescindible para resolver una ordenación, pero no debe ser planteada sólo desde sus principios de composición, sino atendiendo a las actividades que debe acoger, y teniendo en cuenta que son los hábitos de la población y el desarrollo de sus actividades metropolitanas quienes deben acabar configurando los rasgos principales de la ciudad, por encima de la voluntad de los urbanistas’. Luque Valdivia, José. Constructores de la ciudad contemporánea. Cie Inversiones Editoriales – Dossat 2000. Pág 502, párr. 3.
[8] ‘Tras el desplome financiero y el rescate por parte de Abu Dhabi, muchos buscarán en las políticas más sosegadas de este último un modelo alternativo, y quizá lo encuentren en el gran proyecto de Masdar, una ciudad carbón-neutral, sin residuos y sin coches, que actualmente construye allí la oficina de Norman Foster, y que usa la morfología de la ciudad tradicional islámica: compacta, de baja altura, con patio y calle estrechas sombreadas. Fernández-Galiano, Luis. El Golfo y nosotros, Arquitectura Viva 130 2010, Arquitectura Viva SL, Página 67, párrafo 4.
[9] ‘…el urbanista construye el escenario –el hábitat– de una comunidad; no se trata de diseñar un objeto para la contemplación –por muy en cuenta que se tengan los aspectos espaciales o de habitabilidad– sino de producir la base física de un ambiente, donde se ha de desarrollar una comunidad humana, con sus necesidades personales y sociales, capaz de adaptarse a los condicionamiento del medio urbano, pero capaz también de modificarlo para adaptarlo a sus deseos y aspiraciones’. Luque Valdivia, José. Constructores de la ciudad contemporánea. Cie Inversiones Editoriales – Dossat 2000. Pág 884, párr. 2.

Morfología del presente

Durante la última década del siglo pasado y la primera del presente se van configurando nuevas y desordenadas aglomeraciones, ahora mezcla de alturas además de funciones, ciertamente tienden a la densificación, pero sin homogeneidad, conservando casi siempre la segregación entre los edificios de vivienda y los de las demás actividades terciarias.1 Frecuentemente producen distorsiones inmobiliarias, porque las condiciones de mercado y las disponibilidades financieras de sus promotores han estado desalineadas de la demanda real de construcción. Han sido conceptualizadas como formas alternativas de inversión, con menor riesgo a las fluctuaciones del mercado financiero especulativo, y con vistas a poder inducir a posteriori los rendimientos esperados.2

Lámina 81. Monterrey desde el cerro de las Mitras. Al fondo el cerro de la Silla.
Anticipar en el mercado inmobiliario, una oferta mayor que la demanda real, inevitablemente conduce a la especulación, sobre todo porque se trata de oferta y demanda diversificadas y de promotores que hacen lo propio con sus inversiones, y con reservas territoriales importantes. La dispar densificación ha mostrado preferencia estratégica por la vecindad inmediata del río Santa Catarina, se acusa en el tramo de 12 kilómetros que separan el Puente Atirantado del Parque Fundidora. Estas concentraciones verticales presionan al desarrollo de la vialidad, que durante años había privilegiado casi exclusivamente la dirección este-oeste en ambas márgenes del río, y ahora también ha traspuesto ya la barrera de la Loma Larga, y se aferran por ambas de sus vertientes.

Por su parte, el tráfico vehicular, con dificultades continúa buscando encontrar fluidez en ambos sentidos de la dirección norte-sur a través de la selva reticular que configura la isla de la trama central de Monterrey y busca poder horadar por lo menos una vez más, el macizo pétreo de la loma.

Conseguir gestionar legalmente la excesiva fragmentación de las propiedades, o las adjudicaciones patrimoniales pendientes del núcleo central de la ciudad, aparecen también como obstáculos casi imposibles de salvar en un plazo breve. Antes se ha encontrado la forma de rodearlo.

La falta de estrategia tanto en la densificación reciente, como en el surgimiento, aun incipiente de sub-núcleos urbanos de servicios especializados, al igual que las transformaciones viales y las regularizaciones de las zonas industriales, no han conseguido mejorar, ni siquiera direccionar la recomposición del tejido de la ciudad . Se impone ahora, antes de que pueda presentarse una fractura funcional metropolitana mayor, el establecimiento de una verdadera estructuración de su territorio que, primero determine, y luego incorpore un modelo propio de desarrollo regional y urbano.

Ideal pero ilusorio sería poder establecer una estrategia en todas partes y determinar la forma y restricciones de los núcleos y reservas periféricos, a la vez que se define y resurge la ciudad central, pero el proceso para conseguir lo anterior continuaría pendiente de definir, además de que condicionaría su eficacia, contar con las herramientas que le permitieran hacer viables los planes y actuaciones. Las herramientas conceptuales, legales y de inversión, las de consenso y transformación cultural, deberían desde luego también definirse y alinearse.

Evolución de la forma urbana de Monterrey
A continuación presentaremos la secuencia del crecimiento de la ciudad tomada de los planos con los que se elaboraron en diferentes épocas y sobreponiendo su perfil al de la situación actual.

Es de notar que el crecimiento de Monterrey desde su fundación a finales del siglo XVI, hasta la parte final del XVIII, dos siglos, es insignificante, y que en los siguientes cincuenta años, hasta mediados del siglo XIX se multiplica por cinco. Durante ese período la forma de la ciudad crece preferentemente en dirección oeste entre el cauce del río Santa Catarina y el río que formaban los diferentes Ojos de Agua de Santa Lucía. Hacia finales del siglo XVII la ciudad ha crecido hasta la actual Plaza de la Purísima y cincuenta años después rebasa la avenida Venustiano Carranza hasta la base de la Loma de Chepe Vera, que hoy conocemos como el cerro del Obispado. Es a partir de la segunda mitad del siglo XIX que la ciudad empieza su crecimiento hacia el norte y el oriente, sin olvidar que cincuenta años antes se había intentado infructuosamente relocalizar el centro de la ciudad al norte de la actual Plaza de Colegio Civil.









[1] '9.- B) Para el caso de zonas o corredores urbanos con usos habitacionales residenciales y para el caso de zonas y corredores urbanos previsto para usos de comercio y servicios, la autorización específica de edificaciones comerciales y servicios, estará sujeta a su localización dentro de conjuntos o centros comerciales diseñados en forma integral en predios de dimensiones adecuadas. Conjuntos sujetos a la normatividad conducente en cuanto a estacionamientos, calidad arquitectónica, alturas, imagen urbana, anuncios e impactos en la ecología y la vialidad del sector'. Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas. Dirección de Urbanismo y Planificación. Usos de Suelo Aprobados, San Pedro, Garza García, Nuevo León. R. Ayuntamiento 1989-1991, 10/42.
[2] 'Para el caso de grandes predios actuales sin urbanizar, si estas (sic) se planean integralmente con la infraestructura vial y de servicios adecuada y con reglamentación específica, serían permisibles alturas hasta de 36 metros y uso de suelo de hasta 5 veces la superficie del predio individual ya urbanizado. Tal sería el caso del proyecto ‘’Valle Oriente’’ y similares que construirán futuros centros y sub-centros urbanos de San Pedro establecidos por el Plan Director Metropolitano1. Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas. Dirección de Urbanismo y Planificación. Usos de Suelo Aprobados, San Pedro, Garza García, Nuevo León. R. Ayuntamiento 1989-1991, 4/42.
[3] 'La herencia industrial en desuso plantea dos tipos de cuestiones, de naturaleza y de escala diferentes. Éstas conciernen, por una parte a edificios aislados cuya construcción a menudo sólida, sobria y de fácil mantenimiento hace que sean fácilmente adaptables a las normativas actuales, permitiendo que se presten para múltiples usos públicos y privados… Este tipo de reconversión de de edificios, algunos de los cuales pertenecen a la historia de las técnicas, precisa simultáneamente de una conservación histórica y de una economía logístic'. Choay, Francoise, Alegoría del Patrimonio, Editorial Gustavo Gili, SL, Barcelona, 2007. Pág. 200, párr. 3 y 4.