ENERO 2019
La mercantilización del desarrollo urbano de Monterrey se derivó, entre otros factores, del incumplimiento y la falta de reflexión del planeamiento del siglo pasado; lo cual, según se vio en el artículo anterior de diciembre, aparte de inducir la dispersión de la zona metropolitana y el descuido del medio ambiente, recientemente afectó también la evaluación urbanística que publica el Instituto Mexicano para la Competitividad, A. C. (IMCO)1. Monterrey había estado a la cabeza de las metrópolis mexicanas de más de un millón de habitantes; sin embargo, los parámetros urbanísticos se han deteriorado rápidamente durante la última década. El IMCO publicó que la metrópoli ocupaba ya el séptimo lugar en 2018. Lo cual se explica, muy probablemente, porque aunque tiene hoy el segundo lugar en innovación y el tercero en mercado de los factores de producción, está entre los últimos lugares en aspectos tan importantes para la calidad urbana, como cuidado del medio ambiente, el sistema político, la estabilidad económica y los sectores precursores de clase mundial.
Por otra parte, aunque confirmar esta valoración no es competencia de esta publicación, en cambio sí le toca identificar las causas del resultado morfológico que se ha descrito; ya que por una parte condicionan la calidad de vida de la zona conurbada, y por otra sirven para la documentación de la revisión del planeamiento urbano de Monterrey, acerca de lo cual se tratará posteriormente. Por eso, si en el artículo mencionado se abundó en el desorden urbano producido por la mercantilización del desarrollo urbano, en éste de enero se analiza la situación urbanística actual de la ciudad; y en los siguientes de febrero y marzo, se tratará de las características de los elementos esenciales del planeamiento: de la estructura urbana funcional y formal, en febrero; y, de los sistemas generales de comunicaciones, espacios libres y áreas verdes, y equipamientos urbanos en marzo. Sin embargo, debido a que la descripción de estos elementos requiere mayor espacio del que admiten los artículos de esta publicación, solamente se menciona lo más significativo de cada uno de los temas.
Empezamos por esbozar una panorámica del desarrollo urbano de la conurbación regiomontana, que entre las experiencias más desafortunadas de la ciudad industrial mexicana del siglo XX, se ha puesto como ejemplo de crecimiento disperso, que hoy excede 100,000 Ha de superficie (Fig. 0119-01). Cuya espontaneidad ha provocado a la vez la desocupación residencial y la congestión vehicular del centro histórico, la falta de accesibilidad y de equipamiento urbano del perímetro y la periferia. Cuya tosquedad ante los propios rasgos geográficos e históricos, ha desestimado el balance de la naturaleza y la configuración multipolar de la región. No obstante que estos rasgos dificultan la vida de los habitantes, no cualquier tipo de crecimiento es desfavorable de suyo para la ordenación urbana; porque hace tiempo que la descentralización ha sido presentada como paradigma para el equilibrio del desarrollo regional del estado de Nuevo León.
A pesar de saber que una sólida conciencia de reciclaje –urbano y medioambiental- es determinante de la sostenibilidad del desarrollo urbano de Monterrey, hoy es ya del dominio público la revisión del planeamiento como la única herramienta capaz de la ordenación urbana; pero esto, siempre y cuando los objetivos del diseño se orienten a la mejora de la calidad urbana, a la recualificación de la ciudad existente. “En una primera aproximación, por tanto, esa calidad exige una atención al “vacío” como estructurador de la ciudad [Hernández Pezzi4]. (…) Se concentra en la arquitecturización de los espacios públicos colectivos, que están llamados a asumir un papel representativo porque están enlazados con los equipamientos estructuradores de la ciudad”5. No se trata solo de la regeneración del tejido urbano actual, ni solo de la ordenación del crecimiento futuro, sino de poner la atención del diseño en la escala del espacio público (Fig. 0119-03); como se pretende destacar en este y los siguiente artículos de METROPOLISREGIA.
LA SITUACIÓN URBANÍSTICA ACTUAL DE LA METRÓPOLI
La información que se necesita para la redacción de la revisión del planeamiento urbano de cualquier ciudad se obtiene de diferentes fuentes. Al respecto, Luque explica que se comienza por “identificar los elementos que caracterizan la situación actual, los problemas que se presentan y, en consecuencia, los objetivos que debemos proponernos”6; y, por eso mismo, “atender a aspectos geográficos (de geografía física y humana), cartográficos, históricos, sociológicos, demográficos, económicos, etc.”7; ya que, como sabemos, los datos de naturaleza pluridisciplinar que se toman de otras fuentes, son complementarios de los que provienen de la disciplina urbanística. En cualquier caso, para la obtención de la información de la propia disciplina conviene proceder sistemáticamente. Conocer, en primer lugar, los datos del estado actual; examinarlos y valorarlos rigurosamente, hasta identificar las causas de la situación concreta de la ciudad; para, posteriormente, deducir cuáles son los problemas que tiene y formular el diagnóstico adecuado. Finalmente, con la información recabada se puede determinar los objetivos del proyecto (Fig. 0119-04).
El examen riguroso de las características de la ciudad existente, de las condiciones de la estructura urbana existente, aparte de comprobar la validez del diagnóstico, asegura que los objetivos de la revisión del planeamiento respondan a los requerimientos de la ordenación urbana. Así que, solo a partir del conocimiento de la causa de los problemas, se puede acertar en la determinación de las condiciones de sostenibilidad del desarrollo, y en el remedio oportuno del desorden urbano. La información que se necesita consiste en investigar las condiciones y la potencialidad de la ciudad existente. Radica, por un lado, en la identificación del grado de conservación, y las posibilidades de renovación de la edificación, y del espacio público. Y, por otro, en verificar la idoneidad y transformabilidad de la estructura actual, y la aptitud del suelo disponible para soportar la estructura urbana; tomando en cuenta tanto los obstáculos (accidentes ortográficos, infraestructuras, zonas con usos difícilmente removibles, etc.), como las particularidades de la propiedad (titularidad, geometría del parcelario).
Ahora bien, en el caso que nos ocupa, se encontró que el estado que guarda la ciudad existente es lamentable. La expansión de la conurbación ha sido excesiva, así como irresponsable la actuación sobre los accidentes geográficos (cauces hidrográficos y zonas de transición orográfica). Si la espontaneidad del desarrollo urbano ha dejado gran cantidad de predios baldíos y sin consolidar la superficie construida, en ésta predomina la falta de mantenimiento de la edificación y del espacio público. Además, de la inspección de éstos se corroboró el deterioro de la calidad urbana debido al abuso de la monofuncionalidad; a la insuficiencia de áreas verdes y equipamiento social que adoptaron las actuaciones urbanas; porque, como oportunamente se explicó, la expansión fue resultado del desarrollo casi exclusivo de innumerables promociones aisladas de unifamiliares, cuyo diseño urbano invariablemente se ajustó a la estructura parcelaria de la propiedad particular, y a una zonificación discriminatoria de la vivienda social.
Por todo esto, de ningún modo Monterrey puede considerarse una excepción en el ámbito nacional, ni sustraerse del objetivo prioritario de regeneración del tejido urbano existente que demanda la nueva legislación para el desarrollo urbano. Ya que, si se analiza por un lado los parámetros de compacidad, queda patente que tanto el tejido edificatorio como la infraestructura requieren de un trabajo minucioso de remodelación y sutura; mientras que por el otro, los parámetros de proximidad demandan de gran talento para restituir equilibrio y cohesión en el espacio público. Hoy, que la expectativa de crecimiento moderado reivindica la regeneración de las zonas públicas y privadas ya edificadas de la metrópoli, podría inducir también al desarrollo sostenible del perímetro y la periferia de la metrópoli.
1. Cfr. Índice de Competitividad Urbana 2018, imco.org.mx/índices/
2. José María ORDEIG CORSINI, Diseño Urbano y pensamiento contemporáneo. Instituto Monsa de Ediciones, S. A., Barcelona, 2004. Pág. 301, col. 2, párr. 4 a pág. 302, col. 1, párr. 1
3. Cfr. Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030. Secretaría de Desarrollo Urbano de la Secretaría de Desarrollo Sustentable. Fernando Gabriel Eugenio Todd y Rubén Pesci. Monterrey, N. L. 2012
4. Carlos Hernández Pezzi, arquitecto municipal de Málaga, Ponencia del Congreso de la UIA en Chicago, recogido en Arquitectos, n. 131 de 1993
5. José María ORDEIG CORSINI, Diseño Urbano y pensamiento contemporáneo. Instituto Monsa de Ediciones, S. A., Barcelona, 2004. Pág. 302, párr. 4
6. José LUQUE VALDIVIA, Construcción de la ciudad y planeamiento urbano. Departamento de Urbanismo de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Navarra. Multiva Baja (Navarra), 2001. Pág. 61, párr. 2
7. Ibídem. Pág. 61, párr. 9