FEBRERO 2019
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▌1 En éste artículo de febrero y en los dos siguientes que corresponden a los meses de marzo y abril de METROPOLISREGIA, por solicitud de algunos amigos lectores será publicada una presentación acerca del desarrollo urbano del Área Metropolitana de Monterrey (AMM), denominada ¿MERCANTILIZACIÓN Y SOSTENIBILIDAD?; presentación que tuvo lugar en una de las sesiones ordinarias de la Sociedad de Urbanismo de Monterrey, A. C.1 Debido a la actualidad del tema, despertó entre la audiencia interés por tenerla disponible para consulta; así que, aunque casi todos los temas que aborda han sido tratados en artículos anteriores de esta publicación, en éstos ofreceremos una visión completa de lo que, en nuestra opinión, ha producido el grave desorden urbano del Monterrey metropolitano.
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Como se explicará en los artículos, el planeamiento aparece en la ciudad como modelo y como práctica urbana desde el final del XVIII. No obstante, casi desde el principio lo acompaña el desorden. Inicialmente, como desobediencia, inducida por la mercantilización del desarrollo urbano; poco después, como falta de sostenibilidad medioambiental y urbana, que se puede atribuir a la deficiencia técnica de los documentos del planeamiento. Aunque la investigación destaca casi exclusivamente los aspectos negativo, tiene el propósito de documentar el diagnóstico de la revisión de los instrumentos del planeamiento urbano que corresponde preparar por la homologación de la legislación estatal y municipal con la recientemente publicada para todo el país.
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▌2 Ahora más que nunca se conoce la trascendencia de la actuación humana en el territorio; para bien o para mal, forma parte de la historia de la civilización. ▌3 Sin embargo, dado que el Urbanismo tiene por objeto la ordenación de la ciudad, y ésta facilitar las operaciones propias del hombre; para lograrlo, sería preciso contar con un modelo ideal, si no, al menos con el idóneo; que, en cualquier caso, conllevaría el compromiso de sostenibilidad medioambiental. ▌4 Así, en armonía consigo misma y con su entorno natural, la ciudad -como manufactura colectiva- podría aspirar a ser la cosa humana por excelencia, adoptando la afortunada reflexión rossiana.2 ▌5 En cambio, muy a menudo observamos que se prefiere un resultado diferente, que la ciudad se ha desarrollado sin un modelo o al margen del que se tenía previsto; ▌6 como la expansión de Monterrey los últimos cincuenta años, en los que se ha rechazado seguir el planeamiento oficial, obviando la concomitancia teórico-práctica de la disciplina y el balance de la naturaleza.
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▌7 Pero se debe profundizar en la afirmación anterior, pues calificar como deficiente el resultado morfológico de la expansión de Monterrey, pese a que está a la vista, no exime de una valoración técnica. ▌8 Si, por ejemplo, el siglo pasado se suponía que la vivienda unifamiliar era el ideal de la vida urbana moderna: ▌9 ¿cómo se puede acreditar la dispersión monofuncional de nuestra metrópoli, que alteró la diversidad geográfica e histórica de la región?; ▌10 o, por el contrario: ¿cómo se puede defender hoy lo opuesto, la ciudad compacta y multifuncional, si en grandes zonas congestionadas y anónimas de la conurbación ▌11 se materializa una selva de rascacielos? Si fuera sensato no tomar en cuenta el planeamiento o el entorno, ▌12 se juzgaría que el resultado fue consecuencia de la urgencia de suelo urbanizable para la expansión de la ciudad, ▌13 que la inmediatez de la demanda indujo inevitablemente la dispersión. ▌14 Y, que para revertirla, bastaría aplicar una solución técnica proporcionada; ▌15 aumentando razonablemente la densidad de vivienda, ▌16 áreas verdes y equipamientos; o, mejorando las infraestructuras, ▌17 los sistemas de transporte, etc. No obstante, sin descartar la aportación que estos y otros recursos pueden aportar para recuperar la cohesión del tejido metropolitano, ▌18 si se mira bien, lo que calificamos como morfología deficiente, se produjo porque las actuaciones de vivienda –sobre todo de vivienda social- apuntaban ante todo al resultado económico, sin importar la disfuncionalidad ni el desequilibrio del mercado; en definitiva, porque privilegiaban la rentabilidad de las inversiones, antes que la calidad urbana.
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▌19 Así, las promociones residenciales que anteriormente especulaban con el valor del terreno favoreciendo el crecimiento extensivo y fragmentado, hoy buscan también lucrar con la saturación del tejido residencial y comercial en las áreas centrales de la metrópoli. Aunque se trata de modelos totalmente divergentes, coinciden en la búsqueda de los mayores aprovechamientos urbanos. ▌20 Se puede decir, aplicando una idea de Vittorio Gregotti, que se trata de la mercantilización del desarrollo urbano3 ; que, en nuestro caso, se comprueba por la falta de armonía que dejó durante la configuración de la metrópoli. ▌21 Sin embargo, es pertinente aclarar, que esta exposición no supone ‘a priori’ la descalificación de las condiciones del libre mercado o la implementación de los avances técnicos en el desarrollo urbano; sino describir, brevemente, ciertos rasgos de la mercantilización del proceso morfogenético de Monterrey, desde la mitad del siglo XVIII hasta nuestros días. ▌22 Y, adicionalmente, sugerir un modelo de ordenación urbana y regional sostenible, que debería concretarse con uno de desarrollo económico incluyente.
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▌23 SIGLOS XVIII Y XIX. DESARROLLO URBANO DISFUNCIONAL Y MERCANTILIZADO
▌24 Sabemos que el asentamiento inicial de Monterrey cambió varias veces de lugar al final del siglo XVI y el principio del XVII. Y, que un siglo y medio después de su establecimiento definitivo, el núcleo primitivo casi no había crecido. ▌25 Más que a los condicionantes de la geografía, el estancamiento urbanístico se debía ante todo al aislamiento socioeconómico de la región noreste del país del próspero interior minero. ▌26 Hacia la mitad del siglo XVIII, aparte de la Iglesia parroquial y el convento, el único edificio de relativa importancia de la ciudad era la casa del Gobernador. ▌27 Como el desarrollo urbano estaba muy condicionado por las características climáticas e hidrográficas del sitio -el río Santa Catarina y el arroyo conformado por los ojos de agua de Santa Lucía-, ▌28 la expansión de la ciudad se orientaba solo al poniente, en dirección de las vías de comunicación territorial más importantes.
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▌29 En cambio, al final de ese siglo la estrategia territorial del país cambió, la localización de la plaza impulsó decisivamente el comercio regional. ▌30 Y, como consecuencia del aumento de la población, fue necesario planear la expansión de la ciudad. Por encargo de las autoridades y previendo extender el núcleo al norte del arroyo Santa Lucía para equilibrar la expansión, ▌31 Jean Crousset, experimentado arquitecto, preparó dos proyectos. ▌32 En el primero, denominado Nueva Ciudad de Monterrey de 1796, proyectaba un asentamiento enteramente nuevo, a cierta distancia del núcleo existente pero bien conectado con él. ▌33 El diseño seguía uno de los modelos de ciudad ideal, el trazado reticular novohispano incluyendo las divisiones administrativas y los equipamientos urbanos: barrios, plazas y edificios públicos. ▌34 Pero el cambio de lugar de la ciudad despertó fuerte oposición entre los habitantes, y en 1798 las autoridades pidieron al mismo Crousset que adecuara la propuesta a una solución más práctica. ▌35 Se decidió entonces, que solo las calles más importantes del núcleo se extendieran al norte, salvando los manantiales de Santa Lucía. ▌36 La expansión conservó la configuración rectangular irregular que tenía, ▌37 hasta que el Ayuntamiento solicitó a Guillermo Still en 1832 e Isidoro Epstein en 1865, ajustar el trazado con la retícula exacta que había comenzado Crouset; con lo que en un primer momento se aseguró la geometría del trazado ortogonal, pero después la precisión que requería el proceso de desamortización de la propiedad municipal, determinado por la Ley Lerdo de Tejada en 1856.4
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▌38 La desincorporación de los ejidos de Monterrey –alrededor de 7,000 Ha- de la propiedad municipal reportó escaso beneficio económico a las arcas públicas, en tanto que para los compradores fue muy buen negocio; ▌39 porque se produjo en el período de consolidación del comercio internacional, antesala del despegue industrial de la ciudad y según los principios del liberalismo económico: es decir, con la mínima regulación urbanística. ▌40 Así, al final del siglo XIX, aun antes de colmar la retícula de Epstein, se comenzó a urbanizar alrededor de ella sin otra previsión estructurante o equipamental que los antiguos caminos y las instalaciones del ferrocarril recientemente terminadas.
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▌41 Los avances técnicos que trajeron gran prosperidad y prestigio a la ciudad, ▌42 en lugar de promover el ordenamiento funcional de la naciente ciudad industrial, impulsaron únicamente el desarrollo económico. Sin cuestionar por esto el beneficio social que produjeron las inversiones -que era notable y evidente-, ▌43 el establecimiento de grandes fábricas y el desarrollo de urbanizaciones de vivienda entre ellas, se realizaron con la casi completa exclusión de la intervención de cualquier poder público5 (L. CABRALES).
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En el siguiente artículo se tratará del crecimiento urbano de Monterrey durante el siglo XX; que, si continuó la mercantilización iniciada por la falta de regulación urbanística del proceso de desamortización de los ejidos de la ciudad, se afianzó alcanzando las cabeceras municipales adyacentes a la capital del Estado a la mitad del siglo.
1. Fue la Asamblea General Ordinaria 228, llevada a cabo el 25 de mayo de 2019 en uno de los salones del Casino de Monterrey. Es necesario aclarar que la publicación tanto de éste como de los artículos de marzo y abril ha quedado retrasada en buena parte por la preparación previa de la presentación en una reunión de ARGE ARQUITECTOS S. C., y por su posterior revisión para la presentación de SURMAC
2.”¿Cómo cambia el hombre su ambiente? Es entonces cuando la ecología humana cambia bruscamente de sentido y ataña a toda la historia de la civilización. (…) al comienzo de este estudio definíamos la ciudad como la cosa humana por excelencia”. Aldo ROSSI, La arquitectura de la ciudad. Editorial Gustavo Gili, SL. Barcelona, 2015. Capítulo tercero. La individualidad de los hechos urbanos. La arquitectura, pág. 8, párr. 3
3. Así lo expresaba Vittorio GREGOTTI en un artículo del día 28.VII.1980 del periódico La Reppublica, Roma 1980, cuando se refería al diseño urbano que privilegia el resultado económico
4. Cfr. Rocío GONZÁLEZ MAIZ, Desamortización y propiedad de las élites del noreste mexicano 1850-1870. Fondo Editorial de Nuevo León. Monterrey. 2011
5. Luis Felipe CABRALES BARAJAS, La ciudad norteamericana: la fe en el futuro, en Ciudades del Globo al Satélite. Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (Electa, 1994). Pág. 5, párr. 2