¿Mercantilización y sostenibilidad?
Desarrollo urbano del área metropolitana de Monterrey
Segunda parte

Marzo 2019


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En la publicación de febrero pasado se reprodujo la primera parte del texto y las diapositivas de una presentación que, según se dijo, tuvo lugar en una de las asambleas ordinarias de la Sociedad de Urbanismo, Región Monterrey, A.C. En ese artículo se trató del crecimiento de la ciudad al final del siglo XVIII, y de la mercantilización del desarrollo urbano durante la vertiginosa expansión que comenzó al final del XIX, cuando se transformaba en la capital industrial del país. Explicando también, que en este artículo de marzo se continuaría con la parte que corresponde a la conformación y extensión metropolitana durante el siglo pasado. Pasamos ahora, sin más explicación, al tema de marzo.


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▌44 SIGLO XX. DESOBEDIENCIA DEL PLANEAMIENTO Y FRACTURA MORFOLÓGICA

▌45 Ya en el siglo XX, la ausencia de estructura del perímetro de Monterrey fue un estímulo para el desarrollo industrial y residencial. ▌46 Casi todas las actuaciones de vivienda urbanizaron sin reagrupamiento del parcelario particular, ▌47 adoptando sin embargo el trazado rectangular porque se obtenía así mayor provecho del suelo; aunque también, según aclara Isidro Vizcaya Canales, como la máxima concesión del capital privado a la administración pública1. ▌48 Como consecuencia, aunque la autonomía geométrica de las actuaciones residenciales revelaba la pujanza de la iniciativa particular, ▌49 la discontinuidad entre los trazados había dejado espacios irregulares poco aprovechables y daba una impresión general de desorden. Que, al extenderse a las cabeceras de los municipios contiguos desdibujó la configuración concéntrica de la ciudad, y también la multipolar de la región. ▌50 El desarreglo del conjunto urbano se expresaba no solo en un acertijo geométrico y en la fractura del tejido residencial; ▌51 sino en negligencias ambientales tan graves como la canalización o entubamiento de los cauces hidrográficos, la eliminación de la vegetación ribereña de los ríos y arroyos que cruzaban la metrópoli; y, posteriormente, el desarrollo irracional de zonas sin calificación urbanística.


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▌52 Si el período de industrialización de Monterrey destacaba por la aplicación de un modelo expansivo dirigido a obtener los mayores aprovechamientos del suelo, también quedaba patente la inacción de las autoridades ante el desorden; ▌53 hasta que a mediados de los años veinte, se adoptó la planificación profesional en el desarrollo urbano. La iniciativa particular impulsó la ordenación del crecimiento de la ciudad, buscando sujetarla al modelo concéntrico. ▌54 En 1927, junto con la Ley de Planificación, la primera del país; Carlos Contreras publicó el Plano Regulador de Monterrey, ▌55 replanteando la estructura principal de circulaciones del núcleo central de la ciudad, según los criterios del City Beautiful Movement, ▌56 los que desde el final del siglo XIX embellecían las capitales norteamericanas. ▌57 Veinte años después, Kurt Mumm preparó los Apuntes para el Plano Regulador de Monterrey entre 1945 y 1950, aplicando en la ciudad los supuestos sociológicos de la Neighbourhood Theory del norteamericano Clarence Perry.

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▌58 A pesar que el diseño urbano de los dos planos reguladores aspiraba a organizar el crecimiento residencial e industrial, a la vez que regenerar el centro histórico, ▌59 la dispersión siguió cobrando fuerza; tal y como como quedó registrado en el plano de urbanizaciones autorizadas, elaborado durante los años sesenta. ▌60 En respuesta al inusitado crecimiento demográfico de Monterrey de mitad del siglo XX y sin abandonar la idea de la delimitación de la forma física de la ciudad, el siguiente documento urbanístico hizo otra valiosa aportación, replanteando orgánicamente los principios de la geografía humana y social.

▌61 El Plan Director de la Subregión Monterrey (Exápolis 2000) de Guillermo Cortes Melo y Helios Albalate publicado en 1967, ofrecía un modelo físico de escalonamiento social, interdependiente -‘federativo’-; organizando el crecimiento disperso de la ciudad en las cinco principales direcciones radiales, sin eliminar las grandes extensiones agrícolas de la periferia. ▌62 El rescate del policentrismo histórico de la región anticipaba la conformación de una metrópoli de cinco millones de habitantes en el año 2000. Partiendo del centro histórico, articulaba el desarrollo del conjunto de cinco ciudades; cada ‘federación de ciudades óptimas’ asumía el núcleo municipal preexistente diferenciando la zona industrial de la residencial, diseñando un centro terciario como estructura funcional y representativa de los barrios y agrupamientos de vivienda, esparcidos entre áreas verdes muy abundantes y respetuosas de los condicionantes de la geografía propia.

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▌63 Los urbanistas justificaban el modelo físico explicando que mediante la organización federativa escalonada (…), cada ciudadano puede encontrar un cuadro físico-social a la escala de sus aspiraciones y posibilidades fisiológicas, psicológicas y sociales. Como este cuadro físico-social tiene su expresión principal en los centros de los distintos escalones, ya que es en ellos donde se produce el calor cívico necesario para el florecimiento del espíritu comunitario –básico para todo desarrollo social sano-, es grande la importancia concedida a la ubicación y equipamiento de tales centros. ▌64 Otra de las consecuencias de la estructura federativa escalonada, es la distribución equilibrada de los lugares de trabajo, tanto industriales como de servicios, así como el equipamiento de los centros cívicos, lo cual se traduce en la reducción y simplificación de los movimientos cotidianos de la población y la consiguiente disminución de gastos y tiempos destinados a la transportación2 (PLAN DIRECTOR DE LA SUBREGIÓN MONTERREY, 1967).

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▌65 A pesar de su profundidad antropológica y originalidad geométrica, el Plan fue desobedecido a causa de la difícil conciliación con el ‘modelo liberal urbano3 (R. GARCÍA ORTEGA); la delimitación de las unidades de actuación prevista por el proyecto, aunque geométricamente flexible, requería el reagrupamiento parcelario de la propiedad particular y el estricto control público del desarrollo urbano. ▌66 Quizá por esto, tampoco el siguiente Plan Director de Desarrollo Urbano del Área Metropolitana de Monterrey de 1988 pudo conciliar los intereses públicos y privados; aunque como afirma Roberto García Ortega redactor del plan, también por falta de una bitácora sistematizada para darle seguimiento al cumplimiento de los programas y acciones previstas en el documento4 (R. GARCÍA ORTEGA).

▌67 Así que, cincuenta años después de contar con planeamiento profesional, el desarrollo urbano seguía por su cuenta, robusteciendo la espontaneidad de la expansión; tal y como lo documentó la investigación urbanística de los años ochenta. ▌68 Por lo que toca al fenómeno de la dispersión, el Plano de la Evolución Física de la Mancha Urbana de Monterrey 1900-1984 delimitó el crecimiento de cada década del siglo. Durante las primeras décadas, piezas de ciudad irregulares se desarrollaron ya en todas las direcciones, conservando aun el modelo concéntrico; al mismo tiempo que las cabeceras de los municipios vecinos lo hicieron más lentamente, manteniendo la compacidad. ▌69 Sin embargo, entre los años sesenta y ochenta tuvo lugar la alteración del tipo de crecimiento y el conglomerado urbano adoptó un patrón tentacular, traslapando con el concéntrico que experimentaban todavía los núcleos municipales adyacentes.

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▌70 Por su parte, el Plano de Estratos Socioeconómicos de Monterrey de 1980, ilustra el grave proceso de la segregación socioeconómica y espacial del tejido residencial. Al principio del siglo la ciudad estaba compuesta por el centro histórico, y por piezas de vivienda o industria contiguas al trazado reticular; ▌71 pero se observa también, que el sur y el oeste del conjunto urbano estaban ocupados por vivienda de nivel socioeconómico medio, medio-alto y alto; mientras que el norte y el este por la de nivel medio-bajo, bajo y muy bajo entremezclada con la industria. ▌72 Sin embargo, si durante la primera mitad del siglo, la vivienda de niveles medio-alto y alto se extendía exclusivamente al poniente, hacia los cerros del Obispado y las Mitras; ▌73 y, a partir de los años cuarenta y cincuenta encontró mayor aislamiento al sur y sureste, al pie de la Sierra Madre y el Cerro de la Silla. ▌74 Por su parte, la vivienda de los niveles medio bajo, bajo y muy bajo, se desarrollaba aceleradamente junto con la industria en los tentáculos de los sectores al norte de la metrópoli; provocando ▌75 alto nivel de infravivienda y de segregación socio espacial en esos municipios.



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Además, a la insuficiencia técnica del planeamiento y la gestión que se acaba de describir, ▌76 la adscripción del país al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) añadió nuevo brío a la mercantilización. Desde entonces, más de 1,800 empresas extranjeras se han establecido en Monterrey, y la economía regiomontana representa hoy el 7.3% de la producción total del país5. ▌77 Por desgracia, la inversión en vivienda social, en lugar de urbanizar los baldíos interiores de la metrópoli buscó el suelo más barato del exterior, agravando así la fragmentación del conjunto.


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▌78 Al trasponer el umbral del siglo actual, la euforia desarrollista provocó el consumo irracional de suelo urbano, la dispersión monofuncional de la periferia. Pero, aparejados a ella, el desalojo del centro histórico y esa especulación que no ha significado inversión en mejores servicios públicos, ni drenajes, y mucho menos en seguridad pública o un transporte colectivo eficiente y decoroso6. ▌79 Solo hasta hace muy poco tiempo, se modificó los criterios de financiamiento público para evitar la secuela del desorden extensivo, el excesivo aumento de vivienda deshabitada; ▌80 y, con ello, favorecer la regeneración del centro urbano vacío con edificación de vivienda social plurifamiliar. Aunque, como alternativa de ese modelo tan necesario, hoy se promociona exitosamente el proceso de gentrificación. ▌81



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1. Isidro VIZCAYA CANALES, Los orígenes de la industrialización de Monterrey, Una historia económica y social desde la caída del Segundo Imperio hasta el fin de la Revolución 1867-1920. Fondo Editorial Nuevo León–ITESM, 2006. Pág. 5, párr. 2
2. El Plan Director de la Subregión Monterrey. Imprenta y Editorial Plata, S. A. Monterrey, 1967. Pág. 73, párr. 3 y 4
3. Roberto GARCÍA ORTEGA, La conformación del Área Metropolitana de Monterrey y su problemática urbana. Monterrey, 1984. Pág. 105, párr. 1
4. Roberto GARCÍA ORTEGA, Asentamientos irregulares en Monterrey en Frontera Norte volumen 13, número especial 2, 2001. Pág. 121, párr. 4
5. Portal de COLLIERS INTERNATIONAL, 2019
6. Carlos OROZCO SANTILLÁN, Revista Análisis 02-09-2018

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