Morfología y desarrollo sostenible del Área Metropolitana de Monterrey I

JUNIO 2018


Como se ha explicado en otros artículos de esta publicación, la expansión excesiva y desarticulada que experimenta el Área Metropolitana de Monterrey (AMM), privilegiando el crecimiento disperso de baja densidad ignora el consumo racional de suelo y el enfoque sistémico del desarrollo sostenible. Quedan con esto en evidencia, no solo la gestión del planeamiento urbano sino también su calidad, el resultado morfológico. El dato estadístico es hoy tan negativo, que en los foros locales se cuestiona la idoneidad del tipo de desarrollo; alertando los medios de comunicación de los riesgos sanitarios, así como de la urgencia de la colaboración responsable de la sociedad civil en la solución del problema.

Y, como sucede ya en otras ciudades industriales de gran tamaño, las secuelas de la disfuncionalidad urbana despertaron también “la preocupación ecológica, que ha decantado hacia el concepto de desarrollo sostenible, considerándose de modo cada vez más amplio, puesto que no sólo hace referencia a los valores naturales, sino también a la conservación del patrimonio cultural heredado e incluso a imágenes que representan estadios históricos de la técnica industrial. El concepto de ‘reciclaje’ aparece así aplicado a la ciudad histórica y al propio entorno natural”1

Por su parte, el Capítulo Monterrey de la Academia Nacional de Arquitectura A. C. (ANA-MTY) se propuso -como lo hacen por su parte la Sociedad de Urbanismo de Monterrey A. C. (SURMAC) y el Colegio de Arquitectos de Nuevo León A. C. (CANL)- analizar los factores generadores de desorden urbano y ofrecer una reflexión individual y colectiva en benficio de la ciudad y el estado. Por eso, la Comisión de Urbanismo tiene la misión de “influir en la sociedad creando conciencia para una cultura ciudadana urbana, sostenible y armónica con el medio ambiente social, urbano y natural”2.

Ahora bien, en el ámbito de la Comisión de Urbanismo que gestiona Oscar Martínez, se conformaron seis grupos de estudio sobre los aspectos prioritarios del planeamiento urbano local: 1. Movilidad y Proximidad, 2. Nuevos Polos de Desarrollo, 3. Planeación Urbana, 4. Espacio Púbico, 5. Sostenibilidad Urbana y 6. Conservación e Identidad; en los que la reflexión aprovecha los conocimientos y experiencia profesional de los participantes. En el tema de la Sostenibilidad Urbana que coordina Ricardo Padilla, colaboran los académicos Roberto Chapa, Julieta Cantú y Daniel Martínez; cuenta además con aportaciones de Gabriel Todd como oficial de enlace, y con la colaboración de Antonio Alfaro y Alicia Lizárraga. Personalmente, agradezco la posibilidad de participar en el estudio que relaciona la morfología y el planeamiento urbano con el desarrollo sostenible de la ciudad. 

La relevancia del objetivo propuesto por la ANA-MTY justifica hacer un paréntesis en la secuencia de publicaciones de METROPOLISREGIA; y, por eso, en este artículo de junio se analiza las causas del actual desequilibrio funcional y morfológico, y en los siguientes de julio y agosto, los instrumentos de la disciplina que ayudarían a recuperar el desarrollo sostenible del AMM: el planeamiento urbano coordinado con un modelo de ciudad; que, podrían incorporarse en la fundamentación del diseño urbano de los documentos oficiales del planeamiento estructurante (nivel estatal) y operativo (nivel municipal) de la metrópoli regiomontana.

Figura 0618-01. Plano de Monterrey (2010). El perímetro aproximado de la ciudad de 1798 está delineado al centro de la imagen (negro); mientras que la reserva de suelo municipal (cuadrado rojo), el ejido de la ciudad, con una superficie de cuatro leguas cuadradas (7,000 Ha aproximadamente) a partir del lugar de la fundación. El límite del ejido coincidía con Ave. Churubusco al oriente, con Ave. Ruiz Cortines al norte, con Ave. Dr. J. E. González al poniente y al sur con Ave. Sendero Sur

MORFOGÉNESIS DEL ÁREA METROPOLITANA DE MONTERREY

Si en su origen helenístico, el Urbanismo pudo ser considerado el “arte de lo práctico”3, la ciudad occidental moderna expresa generalmente el modelo cultural de su época. Por esta razón, los arquitectos y urbanistas buscan “presentar sistemas en los que el orden espacial pasa a ser el orden de la sociedad”4, recrear la utopía social en la ciudad. Y, como resultado, “el ámbito pertinente de las teorías y las praxis de la proyectación urbana es, por antonomasia, el de la construcción planificada del espacio antropizado”5. Pero, la falta de unas o de otras, ha provocado “fenómenos de degeneración del desarrollo urbano que distinguen a la actual crisis de la ciudad. (…) “Derivan predominantemente de la ineficacia de los planes y de las carencias (no raramente macroscópicas) en la gestión en el control de la expansión”6.

Figura 0618-02. Plano de la Nueva Ciudad de Monterrey de Juan Bautista Crouset, 1796 (no realizado). Conectaba con cuatro calles al sur con la ciudad existente. Al centro del rectángulo, la nueva plaza con los componentes representativos de la ciudad, la catedral, las casas reales, etc.; en las cuatro esquinas, las plazas de los barrios con otros edificios públicos

Por eso, al cuestionar la sostenibilidad del modelo de desarrollo que ha seguido la metrópoli regiomontana durante su conformación, debemos valorar tanto el modelo de ciudad, la idoneidad teórica del diseño urbano, como la congruencia práctica en los diferentes niveles del planeamiento; aunque, en cualquier caso, es conveniente comenzar haciendo un breve análisis morfogenético de la ciudad existente (que se detalla mejor en los artículos anteriores de METROPOLISREGIA).

Figura 0618-03. Plano de Monterrey de Jean Crouset, 1798. En el dibujo y las leyendas, el arquitecto destaca algunos edificios en construcción del nuevo centro de la ciudad. Lo sobresaliente sin embargo es el respetuoso acompañamiento del trazado vial y el Arroyo Santa Lucía; así como su aprovechamiento represando el agua para riego, y el desarrollo del primer paseo arbolado de la ciudad (hoy estaría al oriente de la Explanada de los Héroes, entre los museos de Historia Mexicana y del Noreste)

La fundación de Monterrey (Santa Lucía, 1577; Villa de San Luis, 1582, Monterrey, 1596) siguió, como otras ciudades latinoamericanas, el modelo descrito en la legislación española de Indias (Ordenanzas de Nuevas Poblaciones de Felipe II, 1573). La plaza principal se rodeó de la iglesia parroquial y las casas reales, trazando una parrilla rectangular de calles con “26 manzanas para otorgar solares en arrendamiento o merced a los nuevos pobladores”7. Se dotó además de una superficie de suelo propia, que permitía la expansión del asentamiento y la obtención de recursos para cumplir con sus obligaciones (Fig. 0618-01). "En 1638 (…) quedó delimitado el ejido (…); una extensión de una legua a la redonda, equivalente a 7,140 hectáreas, que quedaron bajo la administración de las autoridades municipales. (…) Sumadas, las tierras del ejido y las de propios rústicas y urbanas, el Ayuntamiento de Monterrey llegó a administrar la cantidad aproximada de 75,685.29 hectáreas"8.

Sin embargo, el aislamiento geográfico y económico por una parte, y la adversidad meteorológica por otra, restringieron el crecimiento de la ciudad durante dos siglos. La modesta expansión que se registra en los documentos gráficos del siglo XVIII que han llegado a nuestros días, se produjo principalmente hacia el poniente; y estuvo asociada con las características orográficas del sitio, sobre todo con las hidrográficas, y con las vías de comunicación regional más importantes (hacia Saltillo y el interior del territorio y hacia el Golfo de México); hasta que, la segunda mitad de ese siglo, el aumento de la actividad económica y comercial atrajo a nuevos pobladores, impulsando la expansión de la ciudad; que, para conservar la funcionalidad del núcleo original, se buscaría extender hacia el norte saltando el arroyo Santa Lucía (que estaba formado por los manantiales de varios ojos de agua, y hoy está enterrado debajo de la calle Juan I. Ramón).

Figura 0618-04. Fortifications City of Monterrey, Mexico. U. S. Corps of Engineers, 1846. La extensión de la primitiva trama rectangular irregular adopta, al norte del arroyo Santa Lucía, el trazado reticular de Crouset. El dibujo destaca las fortificaciones de la ciudad: la obra nunca terminada de la nueva catedral adaptada como ciudadela y algunos baluartes al oriente, junto al cauce del río

El primer proyecto de expansión de Monterrey, aprobado por las autoridades a Juan Crouset en 1796 (Fig. 0618-02), planeaba el desarrollo de un asentamiento totalmente nuevo, que reproducía el modelo funcional novohispano de ciudad en un entramado reticular, pero aislado de la ciudad existente). Aunque el proyecto se interrumpe al poco tiempo de haber iniciado, la extensión de la trama al norte y el poniente del arroyo continúa sin la precisión geométrica del dibujo de Crouset (Fig. 0618-03 y 04), hasta que el Ayuntamiento solicita a Isidoro Epstein recuperar el trazado reticular en los Repuebles del Norte y del Sur en 1865 (Fig. 0618-05). Los límites del suelo urbano se fijaron entonces a media legua de distancia del centro de la ciudad (Félix U Gómez al oriente, Colón al norte, Venustiano Carranza al poniente y Nueva Independencia al sur del cauce del Río Santa Catarina). También es importante destacar que aparte del área verde del arroyo Santa Lucía, el diseño de Epstein incorporaba en el conjunto urbano una gran Alameda de cuatro manzanas por largo.

Figura 0618-05. Plano de la Ciudad de Monterrey de Isidoro Epstein, 1865. La trama rectangular irregular primitiva se había extendido hacia el poniente hasta el Cerro Obispado incorporando el pequeño núcleo urbano alrededor de la Capilla de la Purísima. El trazado reticular de Epstein se desdoblaba con los repuebles del norte y el sur, más allá de los cauces hidrográficos que contuvieron el asentamiento primitivo de la ciudad.

Ahora bien, el trazado de Epstein consiguió controlar la irregularidad geométrica del planeamiento primitivo solo por unos años; ya que la privatización de la propiedad municipal alrededor de la retícula, se produjo sin una regulación urbanística formal, como la que tenía el proyecto de Crouset. Como es sabido, “la desamortización fue el proceso a través del cual los bienes pertenecientes a las corporaciones civiles y eclesiásticas se transfirieron a los particulares a partir de la ley del 25 de junio de 1856”9.

Así que, una vez en manos de particulares, la espaciosa llanura junto al Repueble del Norte comenzó a urbanizarse el último cuarto del siglo XIX; sin prever ni la estructura vial, ni la disposición funcional y los equipamientos colectivos necesarios para alojar las nuevas actividades productivas. Y por eso, la implantación de los sistemas de telecomunicaciones (1870) y de las vías del ferrocarril (1882); la urbanización de las zonas industriales y residenciales (1890), se realizaron en consonancia con la legislación liberal del país del siglo XIX; es decir, sin condicionar los intereses de la propiedad, como se observa en los planos de la ciudad después de 1894 (Fig. 0618-05, 06 y 07).

Figura 0618-06. Plano de la ciudad de Monterrey, Nuevo León, 1894. Contrasta la ordenación reticular de la ciudad existente, trazada por Epstein, con el desorden del parcelario industrial y las vías del ferrocarril que determinaron las características geométricas de la urbanización posterior


En efecto, al mismo tiempo que las autoridades del estado premiaban a la población por edificar pronto en la retícula semivacía de Epstein, permitían a los particulares urbanizar sin restricciones el suelo desamortizado que rodeaba los repuebles (Figura 0618-05). De forma que, a partir de la última década del siglo XIX comenzaron a edificarse grandes fábricas, aprovechando las exenciones de impuestos concedidas por las mismas autoridades10. Pero, además, entre los edificios industriales admitieron la urbanización residencial del Repueble Bella Vista (al norte de la Cervecería Cuauhtémoc); que ajustó su trazado reticular con la disposición geométrica de las vías del ferrocarril, no con la del Repueble del Norte, del que había quedado desconectada. Sin embargo, después de haber cedido en esta primera actuación, el Ayuntamiento ya no evitó la mezcla indiscriminada de usos industriales y de vivienda social; el desorden urbano se generalizó.

Más que ordenar el crecimiento de la naciente ciudad industrial, se impulsaba el desarrollo económico, con un modelo urbano desregulado, semejante al norteamericano. “Hasta finales del siglo XIX, la ciudad americana refleja (…) la vigorosa expansión del liberalismo individualista, que queda confiado al orden externo de unas cuantas reglas esquemáticas, con la casi completa exclusión de la intervención de cualquier poder público”11.

Figura 0618-07. Plano General de la Ciudad de Monterrey y sus Ejidos de 1930. El desorden geométrico se generaliza alrededor del núcleo histórico de la ciudad. Con excepción del poniente, la industria y la vivienda social comparten el perímetro de la ciudad

Aun así, se puede comprobar que las actuaciones residenciales de las primeras décadas del siglo XX, adoptaron casi todas el trazado rectangular; quizá no tanto por la conveniencia práctica o por la claridad geométrica, sino porque con él se conseguía los mayores aprovechamientos urbanísticos del suelo; en todo caso, porque “la planta en damero, es susceptible de interpretarse como la máxima concesión del capital privado a la administración pública”12. Y, por eso mismo, como consecuencia de la urbanización de un parcelario sin consolidar, y de la insuficiencia de la regulación del suelo, el planeamiento urbano derivó en el acertijo geométrico que observamos en la huella del Monterrey de 1930 (Fig. 0618-06).

Sin embargo, la asombrosa expansión la ciudad, no hacía sino seguir al potente desarrollo económico de la capital industrial del país; y, al extender sus tentáculos en todas las direcciones, ya no solo hacia el norte, incorporó sin ninguna articulación los pequeños asentamientos históricos del perímetro inmediato de Monterrey: las cabeceras municipales de Guadalupe, San Nicolás y San Pedro, como aparece en el Plano de Monterrey de 1965 (Fig. 0618-07). Documento en el que se aprecia que la magnitud informe de la mancha urbana había alcanzado una escala regional.

Figura 0618-08. Plano de la ciudad de Monterrey, Nuevo León, México de 1965. Aunque el núcleo histórico trazado por Epstein es todavía reconocible, la discontinuidad y fragmentación del suelo urbanizado caracterizan el planeamiento de la ciudad. El modelo de desarrollo autónomo y poco regulado había fracasado en lograr el crecimiento ordenado de la ciudad

Así que, la relación entre el desarrollo de la ciudad y la sostenibilidad medioambiental estaban contrapuestas. Si la irregularidad geométrica desfiguraba las características físicas del territorio, los niveles de contaminación atmosférica amenazaban la salud pública. Además, esa misma expansión desacotada, había ignorado la asimilación de los cauces hidrográficos como parte de la dotación natural de áreas verdes. Porque, para aquel dinamismo desaprensivo, "la 'idea' del crecimiento se superpone, sin motivo, al territorio"13; porque confía ciegamente en los avances técnicos, sin poner otro límite al desarrollo que la rentabilidad económica, para ruina de la geografía propia: la utilización de los cauces vivos como colectores residuales, la deforestación de las zonas llanas, la urbanización negligente de las laderas de las montañas, etc.

Por el contrario, el punto de partida del desarrollo sostenible, deberá considerar que "la naturaleza es proceso, (…) que responde a leyes y que representa valores y oportunidades para el uso del hombre, con ciertas limitaciones y algunas prohibiciones (…).  El trabajo del urbanista es el del buscador de salud y de bienestar colectivos (…); para ello, la ciencia no es el único modo de percepción (…), se necesita la creatividad del artista para llegar más allá"14. Ante el abanico de responsabilidades, más que asombrarse de la influencia tan negativa del modelo en el desarrollo en el desorden urbano; el profesional quizá tendría que preguntarse, como lo hizo Maximilien Sorre (1880-1962), ¿cómo debería intervenir en el medio ambiente?, “porque es entonces cuando la ecología humana cambia bruscamente de sentido y atañe a toda la historia de la civilización; [y, la ciudad se comprende como] la cosa humana por excelencia”15.

Con lo explicado hasta ahora, la descripción morfogenética de Monterrey ha llegado a la mitad del siglo XX, y nos situamos por tanto en la antesala del planeamiento urbano profesional; en el período en el que la población de ciudad se aproxima un millón de habitantes, y la expansión industrial o residencial se adhiere únicamente a las vías radiales de comunicación, sin resolver siquiera la permeabilidad del conjunto urbano.

Ante un fenómeno urbano que parecía irreductible, se imponía una reflexión más profunda de la relación entre la ciudad y el territorio; no había una sola respuesta, debía conjuntar la teoría y la práctica de los profesionales, la gestión de autoridades y la responsabilidad civil de la sociedad, como se verá en el siguiente artículo.




1 . José María ORDEIG CORSINI, Diseño Urbano y pensamiento contemporáneo. Instituto Monsa de Ediciones, S. A., Barcelona, 2004. Pág. 302, párr. 2
2. Academia Nacional de Arquitectura Capítulo Monterrey, Comisión de Urbanismo, VISIÓN METRÓPOLIS Y ESTADO. Cartel de la Sesión 245 del 13 de Agosto de 2018
3. A. E. J. MORRIS, Historia de la forma urbana desde sus orígenes hasta la Revolución Industrial. Editorial Gustavo Gili, SL. Barcelona, 1984. Pág. 54, párr. 4
4. Aldo ROSSI, La arquitectura de la ciudad. Editorial Gustavo Gili, SL. Barcelona, 2015. Capítulo tercero. La individualidad de los hechos urbanos. La arquitectura, pág. 10, párr. 3
5.  Benedetto GRAVAGNUOLO, Historia del Urbanismo en Europa 1750-1960. Ediciones Akal, S. A. Madrid, 1998. Pág. 7, párr. 4
6.  Ibídem. Pág. 7, párr. 4
7. Rocío GONZÁLEZ MAIZ, Desamortización y propiedad de las élites del noreste mexicano 1850-1870. Fondo Editorial de Nuevo León. Monterrey. 2011. Pág. 24, párr. 1
8. Ibídem. Pág. 24, párr. 1-2
9. Ibídem. Pág. 9, párr. 1
10. Isidro VIZCAYA CANALES, Los orígenes de la industrialización de Monterrey. Una historia económica y social desde la caída del Segundo Imperio hasta el fin de la Revolución 1867-1920. Fondo Editorial Nuevo León-ITESM, 2006. Pág. 77, párr. 4
11. Luis CABRALES, La ciudad norteamericana: la fe en el futuro, en Ciudades del Globo al Satélite. Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (Electa, 1994). Pág. 5, párr. 4
12. Isidro VIZCAYA CANALES, Los orígenes de la industrialización de Monterrey. Una historia económica y social desde la caída del Segundo Imperio hasta el fin de la Revolución 1867-1920. Fondo Editorial Nuevo León-ITESM, 2006. Pág. 5, párr. 2 
13. Isidro VIZCAYA CANALES, Los orígenes de la industrialización de Monterrey. Una historia económica y social desde la caída del Segundo Imperio hasta el fin de la Revolución 1867-1920. Fondo Editorial Nuevo León-ITESM, 2006. Pág. 5, párr. 2
14. Juan Luis DE LAS RIVAS SANZ, El paisaje como regla: el perfil ecológico de la planificación espacial. En María CASTRILLO ROMÓN y Jorge GONZÁLEZ-ARAGÓN CASTELLANOS (coordinadores). Planificación territorial y urbana, investigaciones recientes en México y España. Instituto Universitario de Urbanística-Universidad de Valladolid. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco-División de Ciencias y Artes para el Diseño. Publidisa, 2006. Pág. 26, párr. 3
15. Aldo ROSSI, La arquitectura de la ciudad. Editorial Gustavo Gili, SL. Barcelona, 2015. Capítulo tercero. La individualidad de los hechos urbanos. La arquitectura, pág. 8, párr. 3

El Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030. Recapitulación

En el artículo de METROPOLISREGIA de noviembre pasado se explicó que la periferia de la ciudad había polarizado los recursos humanos y económicos de la región, desbordando la superficie de suelo urbanizable del Plan Metropolitano 2000-2021 (redactado por los arquitectos Oscar Bulnes y Helios Albalate); como consecuencia, la Zona Metropolitana de Monterrey (ZMM) incorporó los municipios contiguos al exterior del Arco Vial Metropolitano. Aunque la población de la Zona Conurbada (ZC) no alcanzaba todavía cinco millones, ocupaba ya una superficie mayor de 100,000 Ha. Pero, además, la mono funcionalidad se agudizaba en la Región Periférica (RP), y la compacidad absoluta disminuía a menos de 15 viv/Ha, cuando quizá debería alcanzar ochenta1.

Aunque la expansión descontrolada de Monterrey de las últimas décadas, se pudiera explicar por lo que Horacio Capel atribuye al crecimiento de la ciudad en general; a que “las ventajas que tenía tradicionalmente la gran ciudad se relacionaban con la maximización de las relaciones sociales, la educación, la innovación y la variedad del mercado de trabajo”2; sin embargo, sería aplicable también lo que señala José María Ordeig, “que la ciudad es motora de la economía en cualquier país y circunstancia”3; ya que, desde el siglo XIX el desarrollo urbano se había venido potenciando por el crecimiento de la actividad comercial e industrial.

Por ello, las autoridades y los propietarios, en lugar de la consolidación ordenada del suelo urbanizable, promovieron ante todo la expansión de Monterrey; estimulando el desarrollo urbano, más por su contribución macroeconómica y por la seguridad de los resultados de las inversiones inmobiliarias, que como objetivo prioritario de un programa de planeamiento urbano. En consecuencia, la ordenación de facto (aquella que no se ajusta a una norma previa), aunque refleja el potente desarrollo socio económico de la capital industrial del país, ha derivado en una configuración incierta y disfuncional de la metrópoli.

Figura 0518-1. La propuesta de consolidación policéntrica de la Región Metropolitana Nuevo León 2030 está representada en el Plano 7.1 Fortalecimiento de las ciudades de la Región Periférica y de las cabeceras municipales de la Zona Conurbada. La consolidación policéntrica del Programa Nuevo León 2030, pretende controlar la ordenación de facto de la Región Metropolitana mediante dos propuestas concretas del planeamiento urbano; una de ellas tiende a la recuperación la complementariedad funcional de los núcleos urbanos de la Zona Metropolitana de Monterrey y de la Región Periférica, y la otra al sostenimiento de la diversidad de las actividades productivas en ellos.

Ahora bien, en cuanto a las consecuencias morfológicas de la dispersión metropolitana, interesa destacar que el mercantilismo al que se aludía; no solamente ha desdibujado la frontera entre el campo y la ciudad, sino que “está resituando el concepto de periferia. Actualmente la consideración de periferia no es la situación geográfica externa y distanciada, sino la falta de capacidad de acceso o no a la información y cultura o a centros de servicios, de negocios o de intercambiadores. La medida ya no es en distancia sino en tiempo. (…) Bien es verdad que la alta tecnología está proporcionando soluciones insospechadas hasta hace poco (…), pero se continúa exigiendo una proximidad a los centros de convivencia social”4. Así que, aunque la magnitud de la expansión de Monterrey fuera imposible de prever o controlar, el planeamiento urbano quedaría emplazado a desarrollar herramientas para dotar a la nueva extensión metropolitana de una estructura social y de movilidad congruente.

Pero, además, parecería indispensable recuperar en el mapa regional el rol urbano de los núcleos históricos compactos; precisamente porque las ciudades pequeñas “pueden ser innovadoras, disponer de centros de enseñanza, tener acceso al conocimiento y a la cultura, estar bien comunicadas con áreas dinámicas de desarrollo económico. Y además de todo ello, pueden ser lugares muy agradables para vivir”5. Resulta lógico por tanto, que la propuesta de Fernando Gutiérrez Moreno y Rubén Pesci (redactores del Programa de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030), hubiera proyectado el desarrollo urbano de la Región Metropolitana Nuevo León 2030 replanteando los modelos radio-concéntrico y policéntrico; que se hubiera centrado, sobre todo, en la necesidad de avanzar el proyecto del Corredor 2030; la ciudad lineal complementaria y diversa, de enclaves residenciales y actividad productiva innovadora, que se revisó en el artículo de abril pasado6.

No obstante, como aclara Benedetto Gravagnuolo, “es cuando menos improbable la hipótesis de una recomposición de lo fracturado entendida como ingenuo retorno a los presupuestos teóricos idénticos del pasado. El tiempo no se repite, implica la dinámica incesante del devenir”7. Así que, a partir de la evolución de la mancha urbana de la ciudad de los primeros años de este siglo, las acciones de complementariedad funcional y sostenimiento de la diversidad de las actividades productivas del Programa 2030, tendentes a la reconfiguración del modelo concéntrico multinucleado, podría restablecer el equilibrio dinámico entre el desarrollo económico y la ordenación urbana de la Región Metropolitana de Monterrey.

MÁLAGA 1940-1980 | LOS FACTORES DE DESORDEN URBANO

TESIS DOCTORAL DE JORGE JESÚS GARZA DE LA GARZA


Como se había anunciado, dada la relevancia que tienen en la actividad profesional personal, aprovecho este espacio para documentar, brevemente, el contenido de la tesis doctoral Málaga 1940-1980 | Los factores de desorden urbano, que fue defendida en noviembre del año pasado, así como el Acto de Investidura de Doctores de la Universidad de Navarra, que tuvo lugar en Pamplona, España, del pasado 1 de junio de 2018.

Figura 0518-2. Fotografía aérea de Málaga desde el Monte Gibralfaro (Archivo de la Gerencia de Urbanismo de Málaga, 2017)

Este trabajo se centra, por un lado, en el contexto de Málaga entre 1940 y 1980 durante el desarrollo de los tres Planes Nacionales de la Vivienda españoles, y en un enfoque que atiende fundamentalmente a la escala intermedia del planeamiento. Por otro lado, ha parecido oportuno centrar, como objeto de reflexión de esta investigación, la búsqueda de las causas de la disfuncionalidad entre el urbanismo ideal que ordena la ciudad y la realidad urbana construida que, en una gran parte de los casos, desfigura ese modelo deseado.

La oportunidad del estudio radica en que Málaga ha sido uno de los más claros exponentes peninsulares de la expansión de la ciudad de esa época; aunque también, en que puede ser considerada paradigma de desorden por su crecimiento exagerado y, por tanto, poco reflexivo, en sus concreciones de forma urbana. La ciudad adquiere unos perfiles específicos, al considerar que su expansión tan formidable se debe sobre todo a ser ciudad turística, basada en la dispersión del modelo residencial unifamiliar; y, a que la preponderancia de los modelos turísticos había influido –y no poco-, en los planteamientos de la ciudad más intensiva. Pero, además, también cooperaría a esa sensación de desorganización el propio discurso urbano. Si las actuaciones del I Plan de la Vivienda interrumpen la continuidad del Ensanche para reflejar el modelo urbano oficial, y las del II cambian al modelo abierto, las del III adoptan las ideas de los CIAM, supeditando todo -las condiciones geográficas y antrópicas, las provisiones para reservas y el diseño urbano- al modelo económico desarrollista.

Por ello, no resulta ocioso plantearse qué ha podido ocurrir para que fuera así: ¿cuáles han sido las causas de ese desorden? Contestar a esa pregunta ha significado indagar en los factores de ese fenómeno de desorden; no de una manera genérica, sino específica y concreta como resultado de un acercamiento a los procesos urbanos que se dieron en dicha ciudad. Así se han ido identificando diversos factores en cada una de las actuaciones para llegar finalmente a considerarlos en su conjunto. Lo cual ha servido, en primer lugar, para saber qué pasó en Málaga; pero también como reflexión sobre las circunstancias que han pesado en la falta de coherencia de la ciudad contemporánea en general.

Las conclusiones, por su parte, valoran globalmente los factores de desorden urbano que se han entresacado como conclusiones parciales al hilo del estudio de cada una de las actuaciones de los Planes de la Vivienda. Se han ordenado desde aquellos más genéricos a aquellos más específicos. Serían los siguientes: las condiciones geográficas; las condiciones antrópicas, es decir la estructura parcelaria; las alteraciones del planeamiento estructurante; los planes turísticos de la Costa del Sol; el mercado o la búsqueda del mayor aprovechamiento urbano; la influencia de la ciudad extensiva y, el diseño de los planes operativos.

Aunque algunos de ellos influyeron en todo tipo de planes, y otros obraron especialmente en ámbitos más específicos, parece especialmente aplicable en Málaga, las consecuencias del desarrollo mercantilizado del Movimiento Moderno (según palabras de Gregotti). Si en el resto de ciudades se dio desorden urbano y, dentro del él, un desorden provocado por una mala asimilación de los principios del Moderno, en Málaga esto llegó al extremo por las implicaciones y consecuencias de los otros factores.

ACTO DE INVESTIDURA DE DOCTORES DE LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA
PAMPLONA, ESPAÑA, 1 DE JUNIO DE 2018

La Universidad de Navarra ha celebrado hoy el acto de investidura de 168 investigadores que han defendido su tesis doctoral en el curso 2017-2018. Los nuevos doctores proceden de 19 países y 17 facultades o centros de la institución.

En el evento intervinieron el rector, Alfonso Sánchez-Tabernero; la madrina de la promoción y profesora de la Facultad de Medicina, Elisa Mengual Poza; y el doctor de la Escuela de Ingenieros TECNUN, Juan Pablo Romero Rioja, que habló en nombre de su promoción.

El rector subrayó la necesidad de que los líderes de hoy, “además de una preparación técnica excelente”, se caractericen por un modo de trabajar que promueva “el bien común por encima del bien individual”. Asimismo, señaló que el prestigio de la Universidad se debe en gran medida a los antiguos alumnos: “Por eso, me atrevo a pediros que no os dejéis llevar por un estilo de trabajo fácil y egoísta, sino que seáis embajadores de los valores que habéis aprendido a lo largo de estos años. (…) Tenemos la ilusión -agregó- de que los que hoy recibís este birrete salgáis con el ‘sello Universidad de Navarra’: una forma de trabajar llena de exigencia personal y espíritu positivo y generoso”.

Por su parte, la profesora Elisa Mengual hizo referencia al logro que supone la defensa de una tesis, en muchos casos, “con un esfuerzo vital añadido”, ya que un tercio procede de fuera de España y “otros muchos de otras comunidades autónomas”, según señaló. Del mismo modo, hizo una llamada a la responsabilidad de los doctores “para construir una sociedad mejor”. Y les animó a aplicar una actitud “inquisitiva, inconformista y seria con las cuestiones diarias”.

Por último, Juan Pablo Romero Rioja resaltó la humildad como una de las cualidades que deben tener los ahora doctores. “Debemos mantener los pies en la tierra y nunca se nos deben terminar las ganas de seguir creciendo y aprendiendo”.



Figura 0518-3. Aula Magna de la Universidad de Navarra durante la intervención del Rector, Alfonso Sánchez-Tabernero, en el Acto de Investidura de Doctores del 1 de junio de 2018

Figura 0518-4. Alrededor de la Subdirectora de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra, Ana Sánchez-Ostiz (centro), los nuevos doctores Teresa Larumbe Machín, Jorge Jesús Garza, Amaya Osácar Crespo y María Ibañez Puy, durante el Acto de Investidura de Doctores de 1 de junio de 2018


1. En el ámbito urbano la compacidad expresa la idea de proximidad de los componentes que configuran la ciudad, es decir, de reunión en un espacio más o menos limitado de los usos y las funciones urbanas (residenciales, equipamentales y productivos). Esta característica permite afrontar los retos de la sostenibilidad mejor que el modelo contrario: la ciudad dispersa o difusa. Por su parte, la compacidad absoluta se define como la relación entre el volumen total edificado y la superficie de suelo total en una determinada área urbana. Es una aproximación a la idea de densidad edificatoria o también de eficiencia edificatoria en relación al consumo de suelo
2. Horacio CAPEL, Las pequeñas ciudades en la urbanización generalizada y ante la crisis global. Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de Geografía, UNAM. ISSN 0188-4611, Núm. 70, 2009. Pág. 14, col. 1, párr. 2
3. José María ORDEIG CORSINI, Diseño Urbano y pensamiento contemporáneo. Instituto Monsa de Ediciones, S.A. Barcelona, 2004. Pág. 301, col. 1, párr. 4
4. Ibídem. Pág. 301, col. 2, párr. 3
5. Horacio CAPEL, Las pequeñas ciudades en la urbanización generalizada y ante la crisis global. Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de Geografía, UNAM. ISSN 0188-4611, Núm. 70, 2009. Pág. 14, col. 1, párr. 2
6. Es importante recordar la importancia que se ha dado en el artículo de METROPOLISREGIA abril a la realización del tramo faltante del Arco Vial Metropolitano entre los municipios de Juárez y Allende; que recoge hoy la página principal de El Norte. Cfr. Daniel REYES, Buscan ampliar el Periférico para los tráileres en EL NORTE, domingo 17 de junio de 2018. Pág. 1, col. 5-6
7 . Benedetto GRAVAGNUOLO, Historia del Urbanismo en Europa 1750-1960. Ediciones Akal, S. A. Madrid, 1998. Pág. 7, párr. 3



La metrópoli policéntrica del Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030

En el artículo del mes pasado, en el que se analizó el dinamismo del desarrollo urbano que explican los modelos radio concéntrico y multinucleado del Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030, se decía que este mes de abril se estudiaría el Corredor 2030. La nueva centralidad lineal que también ha sido prevista en el Programa para contribuir a la ordenación de la Región Metropolitana Nuevo León (RMNL); y cuyo modelo ideal casi coincide con una descripción de Horacio Capel de la región urbana contemporánea, que estaría conformada por “una red urbana equilibrada y policéntrica, con un papel relevante para los núcleos urbanos de pequeña y media dimensión, esencial en el desarrollo regional y en la gestión sostenible del medio natural y del patrimonio”1.

La formulación del modelo de la RMNL surge de la evaluación del planeamiento actual, llevada a cabo recientemente por Gutiérrez Moreno y Pesci para la redacción del documento citado. En él se explica que “hay una fuerte revisión de las tendencias, donde la periferia ya no puede ser considerada fondo, un área de segunda categoría; no solo por la dignidad de sus poblaciones y organizaciones, sino por la propia funcionalidad del Área Conurbada que contiene. [Porque] si toda la ciudad es considerada un centro y una periferia, con la magnitud que han tomado estos fenómenos y la dominancia del crecimiento en la periferia, la perturbación que esto produce en todo ese sistema urbano se vuelve indomable”2. De ahí que se hubiera optado por conservar las caracaterísticas de la la configuración radio concéntrica por una parte, diferenciando la Región Conurbada (RC) de la Región Periférica (RP), aunque por otra se determinara la necesidad de la consolidación policéntrica del conjunto.

Pero, para asegurar la corrección de la disfuncionalidad, aparte de las determinaciones convenientes para cada región, planearon el Corredor 2030 como pieza que las articula, y le asignaron el rol de catalizador del desarrollo urbano y las inversiones. Porque, como componente de nuevo diseño, el Corredor tendría que aportar al planeamiento las condiciones funcionales de complementariedad y complejidad3, asegurando cierto grado de equilibrio y autosuficiencia a la enorme extensión que cubre la RMNL; aunque también contribuir a optimizar la diversidad de cada uno de los núcleos y partes4, galvanizando el futuro de competitividad económica global del conjunto. Así, aunque Peter Hall había considerado la complementariedad y la diversidad como características disyuntivas del funcionamiento urbano5; resultaban indispensables para la metrópoli policéntrica prevista por el Programa.

Y, esto se puede corroborar a partir de la experiencia de José María Ordeig. “La respuesta a estas dos posibilidades contrarias (la acentuación de la complementariedad como garantía de la autosuficiencia o la acentuación de la diversidad como garantía de relanzamiento) está consistiendo en cultivar la lógica de subcentros, que aparecerían como complementarios a aquellas zonas de la ciudad con mayor identidad. Es el fenómeno de la denominada nueva centralidad que después de justificar el reforzamiento de periferias o de zonas obsoletas que han llegado a ser nuevos nodos, está generalizándose y tendiendo a ver la ciudad como una constelación de centralidades”6.

Si, como propuesta de ordenación el policentrismo puede resolver la disfuncionalidad de la RMNL: la movilidad incongruente, el rezago y la desarticulación del equipamiento social, la carencia de áreas verdes, etc.; como modelo urbano recuperaría la identidad plural del territorio que la dispersión ha desfigurado. Y, como consecuencia, el desarrollo urbano restablecería el equilibrio. En síntesis, la metrópoli policéntrica es capaz de restituir no solo la calidad de la vida urbana, sino la estructura histórica con mayor grado de antropización del territorio (Fig. 1804-1).

Figura 0418-1. Plano 7.1 del Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030. Fernando Gutiérrez Moreno y Rubén Pesci. Fortalecimiento de las ciudades del RP y de las cabeceras municipales de la ZC. La propuesta de consolidación policéntrica de la RMNL que propone el Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León se propone recuperar la funcionalidad de los núcleos de la Región Conurbada contiguos a la capital, y evitar que aumente la dispersión en los de la Región Periférica.

No obstante, dado que el consumo irreflexivo de suelo había urbanizado ya una enorme extensión alrededor de la capital del Estado, el Corredor 2030 cumpliría la función de articular la conurbación.

EL CORREDOR 2030, NUEVA CENTRALIDAD DE LA REGIÓN METROPOLITANA

El Corredor 2030 es una banda de sección irregular de suelo con cerca de cien kilómetros de longitud, prevista a los lados del Arco Vial Metropolitano; que proyecta el desarrollo de “una ciudad lineal de innovación tecnológica, relocalización industrial, grandes equipamientos y servicios y enclaves de vivienda social”7, desde la cabecera municipal de García hasta la de Cadereyta.

La geometría quebrada de la pieza deriva de su vinculación con el trazado del Arco Vial Metropolitano; en cambio, su diseño de tipo extensivo y multifuncional enlaza con las teorías de los modelos de desarrollo lineal asociados con las vías de comunicación regional, que propusieron Arturo Soria y Le Corbusier las primeras décadas del siglo pasado8. Sin embargo, al proyectarla como nueva centralidad organizadora de la metrópoli policéntrica, el Programa condiciona las características propias de la ordenación de las regiones adyacentes Conurbada y Periférica. Pero, como no se trata de una actuación aislada más, sino de una solución complementaria y en cualquier caso una respuesta al fenómeno de dispersión; no parece lo más conveniente seguir estimulando el desarrollo urbano indistintamente sin haber coordinado antes el diseño urbano y el programa del planeamiento de toda la región en las diferentes escalas, como se ha comentado anteriormente citando a Michel Desvigne9.

Figura 0418-2. Fotografía de las zonas residenciales urbanizadas recientemente de la vertiente sur de Loma Larga, en el municipio de San Pedro, Nuevo León. Al fondo se recorta el Cerro el Mirador (Google Earth, 2018)
Sin embargo, sin tomar en cuenta lo anterior, en las áreas centrales de la metrópoli (sobre todo en los municipios de Monterrey y de San Pedro) se ha venido sustituyendo el planeamiento existente, en donde predomina el suelo urbano residencial de tipo extensivo y en algunos sitios el productivo y comercial obsoleto, por una ciudad vertical multifuncional hecha de operaciones inmobiliarias aisladas. La cual, al urbanizar sin las determinaciones del planeamiento estructurante y operativo (que deberá considerar la relocalización de las zonas industriales de San Pedro y Santa Catarina) ni el diseño y la habilitación del suelo del Corredor 2030, solo conseguirá aumentar el desorden urbano; satisfaciendo la demanda del segmento de mercado con mayor capacidad económica y las expectativas mercantiles de los promotores, pero dejando sin resolver el déficit equipamental y de vivienda social10 (Fig. 0418-2).

Porque, según explican los redactores, el Programa deberá cubrir para 2030 una demanda de vivienda social “de 480,000 unidades para todo el Estado de Nuevo León (…), que pueden ser resueltas en alrededor de 6,300 hectáreas de desarrollo habitacional. Si consideramos que el 10% de esa demanda se da en el Estado, el 27% compactando y densificando la actual Zona Conurbada, sólo serían necesarias alrededor de 3,800 hectáreas en los 13 municipios periféricos en los próximos 20 años, equivalentes a 14.7 hectáreas anuales para cada uno de ellos, pequeña superficie que puede ser resuelta como enclaves en estrecha relación y cercanía con los centros urbanos”11. A partir de estos datos, en el período indicado se necesitaría edificar 130,000 viviendas nuevas en 1,700 Ha de la RC, con una densidad promedio de 76 viv/Ha. Aunque, por una parte, en el Centro Histórico y alrededor de los núcleos se debería aumentar la densidad residencial; sería también conveniente por otra, establecer una graduación decreciente de la densidad desde las áreas centrales de la RC hasta las más exteriores de la RP.

Por eso, es probable que el detonador más coherente del desarrollo ordenado de Monterrey, no esté tanto en las áreas centrales como en el Corredor 2030; “que ofrece una centralidad lineal próxima a todos los municipios de la Región, donde podrán ofrecerse empleos, servicios, transportes, que aproximan a los municipios de la Región Periférica todas las ventajas de la modernización”12.

En efecto, su localización a lo largo del Arco Vial Metropolitano es inmejorable; ya que aprovecha la capacidad de atracción de la infraestructura de comunicaciones regional, así como las ventajas sobre la movilidad que ofrece la posición equidistante de la vía entre las áreas centrales y el límite exterior de la metrópoli13 (Fig. 0418-3).

Figura 0418-3. Plano 6.1 del Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030. Fernando Gutiérrez Moreno y Rubén Pesci. El “Corredor 2030”. Innovación urbana, modernización periférica y logística de transporte. Los objetivos del Programa Estatal están fuertemente condicionados por los proyectos de la interconexión pendientes del Anillo Vial Metropolitano desde el municipio de García hasta el de Allende

La previsión y la programación del Corredor 2030 compromete toda la ordenación metropolitana, porque además del suelo propio, involucra las zonas semivacías inmediatas de la RC y la interfase rural urbana de las ciudades de la RP; por lo cual, no solo serviría como elemento de articulación de las dos grandes regiones, sino que permitiría la organización del desalojo de la instalaciones industriales y ferroviarias anticuadas del interior del Arco Vial; al mismo tiempo, que al exterior de él, la conservación de la vocación agrícola de la interfase rural urbana. Finalmente, como catalizador del desarrollo urbano, cooperaría con nuevos núcleos a la consolidación policéntrica de la RMNL (Fig. 0418-4).

Figura 0418-4. Plano 6.3 del Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030. Fernando Gutiérrez Moreno y Rubén Pesci. Programa incentivo de reubicación de industrial en la Zona Conurbada de Monterrey. El desarrollo del Corredor 2030 está condicionado por el desalojo del suelo industrial obsoleto o en desuso de las áreas centrales

El Corredor 2030 puede afrontar mejor que ninguna otra parte de la RC, los problemas más urgentes de la mayor parte de la población y la metrópoli, que no por ello estarían necesariamente en conflicto con aprovechamientos urbanos convergentes con expectativas razonables del mercado. Su desarrollo estaría, por tanto, plenamente justificado. Con él, se pondría en práctica la “lógica de proximidad” de la nueva legislación federal, que encuentra correspondencia exacta en el equilibrio y el policentrismo previstos por el Programa Estatal. Reduce distancias y tiempos de traslado a la mitad; dispone zonas de producción y trabajo administrativo, espacio verde y equipamientos urbanos cerca de enclaves de vivienda más compactos y diversos social y económicamente. A pesar de las limitaciones técnicas para obtener el grado máximo de compacidad autorizado en las superficies ya urbanizadas, conseguiría que la metrópoli se mantuviera dentro de los límites de una periferización [racional]14

A lo anterior se puede añadir, que potenciando el desarrollo del Corredor también se puede contribuir a descongestionar la asfixia del viario en las áreas centrales de la metrópoli. Al completar la interconexión de los municipios de García y Allende rodeando la RC, el Arco Vial Metropolitano podría replicar -en la gran escala del territorio- la función estructurante que tiene hoy el principal eje geográfico e histórico de la metrópoli (el eje este-oeste del Río Santa Catarina); disminuyendo así la presión urbanizadora y de tráfico en el Centro Histórico, que por desgracia ha sumado las áreas de conservación ecológica del Cañón de Huajuco.

En síntesis, el desarrollo de la ciudad lineal lo largo del Arco Vial Metropolitano podría rescatar hoy las características ideales de la ordenación determinada por el Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030: la estabilidad funcional de la configuración concéntrica, con un tipo de urbanización que corresponda con el grado de antropización más conveniente para cada región; y también las singularidades de la configuración policéntrica, aunque se tenga todavía por delante la consolidación funcional de los núcleos circunscritos en la superficie conurbada15. En definitiva, solo el aseguramiento de una mayor complejidad y diversidad de la oferta de suelo urbano (residencial, equipamental y productivo),  podrá recuperar el equilibrio y la autosuficiencia de todas las partes que componen el suelo metropolitano16.

Con este artículo se concluye el análisis del planeamiento de la región conurbada de Monterrey. Por lo que aprovecharemos el siguiente para retomar algunos aspectos relevantes de los artículos anteriores, así como para documentar una ceremonia académica muy especial.






1. Horacio CAPEL, Las pequeñas ciudades en la urbanización generalizada y ante la crisis global. Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de Geografía, UNAM. ISSN 0188-4611, Núm. 70, 2009. Pág. 17, col. 2, párr. 2
2. Fernando GUTIÉRREZ MORENO y Rubén PESCI, Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030. Monterrey. 2012. Pág. 98, párr. 1 y 2
3. Se puede hablar de complementariedad, en cuanto a que la ciudad o cada una de sus partes “debe verse favorecida por la mezcla de usos, de modo que esa parte pueda funcionar con una autosuficiencia relativa; pero también compleja en cuanto a las ofertas tipológicas, por ejemplo, diferenciado el tratamiento en altura. Complejidad incluso en el estudio de un viario sin simplificaciones segregacionistas en aquellos ámbitos que no requieren especialización, evitando la muerte de zonas de ciudad por exceso de peatonalización o exceso de rodado”. José María ORDEIG CORSINI, Diseño Urbano y pensamiento contemporáneo. Instituto Monsa de Ediciones, S.A. Barcelona, 2004. Pág. 302, col. 1, párr. 6
4. Se puede hablar de diversidad de la ciudad o sus partes, cuando tienen “unas características propias, siempre suficientemente atrayentes, sea porque es el corazón antiguo del asentamiento o por el paisaje que se domina o por algún servicio especial que se ofrece. En este sentido, es preciso que espacialmente la ciudad o el sistema de ciudades en un territorio tengan un equilibrio dado por esa diversidad”. Ibídem. Pág. 302, col. 1, párr. 7 a pág. 303, col. 1, párr. 1
5. “Según Peter Hall, la reactivación económica de la ciudad abre una alternativa: una reactivación dada por una ciudad equilibrada funcionalmente que aparezca como autosuficiente, o una reactivación dada por la atracción que supone destacar en una actividad punta, que la convierte en atractiva para la inversión externa e interna”. Ibídem. Pág. 301, col. 2, párr. 2
6. Ibídem. Pág. 301, col. 2, párr. 2
7. Fernando GUTIÉRREZ MORENO y Rubén PESCI, Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030. Monterrey. 2012. Pág. 100, párr. 2
8. La ciudad lineal de Arturo Soria y Mata trataba de resolver el congestionamiento de las ciudades de gran tamaño; urbanizaba franjas reticulares de anchura regular, que tenían un eje ferroviario para conectar núcleos urbanos pequeños de la periferia, organizando también la distribución de la producción agrícola regional. Por su parte, la ciudad lineal industrial de Le Corbusier lo hacía relacionando las instalaciones fabriles y los asentamientos de ciudad vertical junto a la estructura rodada de comunicaciones entre las ciudades. Cfr. José LUQUE VALDIVIA (coordinador), Constructores de la Ciudad Contemporánea. Aproximación disciplinar a través de los textos. Departamento de Urbanismo de la E.T.S. de Arquitectura de la Universidad de Navarra. Cie Inversiones Editoriales, Madrid, 2004. Pág. 857 a 865 y pág. 573 a 580
9 . Cfr. Michel DESVIGNE, El paisaje como condición previa, en Paisea 023, La gran escala. Barcelona, 2012.
10. “El área central de Monterrey se concibe como un área de renovación urbana integral, capaz de convertirse en la centralidad más destacada de una metrópolis multipolar de relieve internacional. En ella deben darse actuaciones de recuperación social y edilicia del centro histórico, de ampliación de su oferta de espacios públicos, cívicos y recreativos, grandes proyectos detonantes de atracción comercial, habitacional y cultural, puertas de entrada que valoricen la identidad del área, y vuelvan a atraer población al centro metropolitano”. Fernando GUTIÉRREZ MORENO y Rubén PESCI, Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030. Monterrey. 2012. Pág. 99, párr. 3
11. Ibídem. Pág. 98, párr. 6
12. Ibídem. Pág. 98, párr. 7
13. En el Corredor 2030, el Programa de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030 prevé la relocalización “de las antiguas industrias y predios ferroviarios desactivados (…), generando allí unas 3,600 hectáreas desocupadas para nuevos y grandes desarrollos urbanos integrales. Esta gigantesca recualificación (…) podrá absorber en el lapso de 20 años (…) gran parte del crecimiento población de toda esa Área Metropolitana (…), potenciando la idea de compactación y densificación (…), y completando la ocupación de vacíos en una estrategia de ocupación y uso del suelo más compacto y densificado, alentando los usos mixtos. Estas acciones van de la mano de una mejora en los espacios verdes (…) y los de servicios y equipamientos sociales". Ibídem. Pág. 99, párr. 4 y 5
14. Aunque en el texto del Programa, el arquitecto Pesci “limita la periferización a aquella justa y necesaria”, consideramos más adecuada la calificación de racional que proponemos. Cfr. Ibídem. Pág. 98, párr. 6
15. Los bordes de la metrópolis son la Sierra Madre Oriental y las ciudades de la periferia; éstas conservan aun “extensas zonas de agricultura intensiva, que pueden fortalecerse y consolidarse como un cinturón rururbano (rural-urbano) positivo, sin perjuicio de recibir algunos enclaves de desarrollo urbano compacto y nueva tecnología”. Ibídem. Pág. 98, párr. 5
16. “Esa cualificación urbana viene dada por la asunción de los conceptos de complejidad y diversidad que (…) vienen a dar respuesta a la dicotomía planteada por Hall. Se trataría de conseguir ciudades o partes de ciudad que contuvieran a la vez esas dos características, ser complejas y diversas”. José María ORDEIG CORSINI, Diseño Urbano y pensamiento contemporáneo. Instituto Monsa de Ediciones, S.A. Barcelona, 2004. Pág. 302, col. 1, párr. 5


El programa estatal de desarrrollo urbano de Nuevo León (valoración II)

MARZO 2018


Como primera parte de la valoración general del Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030, se analizó en febrero la propuesta de ordenación funcional de la Región Metropolitana de Nuevo León (RMNL) en la escala del territorio (Fig. 0318-1); el plano contiene la delimitación y los patrones de uso y ocupación de los principales componentes del suelo urbano: la Zona Conurbada de Monterrey (ZC), el Corredor 2030 y la Región Periférica (RP). La revisión de la propuesta morfológica se dejó para este mes de marzo.

Figura 0318-1. En la escala territorial, la visión de conjunto dirige el diseño urbano hacia una configuración radio concéntrica que posibilite recuperar la cohesión y funcionalidad de la RMNL; que, además, podría servir como guía para el programa de inversión, y el diseño de los planes generales municipales y de los planes operativos públicos y privados. Cfr. Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030. Fernando Gutiérrez Moreno y Rubén Pesci. Monterrey, 2014. Pág. 151

En el artículo de febrero se dijo también, que hacía falta completar el proyecto en las escalas estructurante (los planes generales municipales) y operativa (los planes parciales u operativos) del planeamiento urbano. Que, dada la extensión y dificultad de la ordenación, solo mediante una acción coordinada entre los diferentes niveles de autoridades, profesionales de diversas disciplinas y promotores, se podría llegar a una determinación urbanística completa1. Que, como explica Desvigne, “calibrar la mirada y evaluar la acción es (…) indispensable para evitar los escollos con los cuales se topa en la actualidad la ordenación del territorio. En efecto, sobre la base de grandes planes bien definidos sobre parámetros extensos, se construyen unas primeras capas ‘instaladas’ en una visión global improbable (…), constituyendo quizá esos conjuntos errores conceptuales mayores. Para paliar esto, es nuestra competencia y responsabilidad concebir ‘totalidades’ inteligentes aportando invariantes –elementos intangibles y perennes-, con los cuales es posible trabajar en la transformación de los territorios”2

No obstante, a partir del caos que caracteriza el desarrollo urbano de la RMNL, ¿cómo podría prevalecer, después de cincuenta años de planeamiento malogrado, la totalidad inteligente del Programa Estatal 2030?; ¿cuáles serían entonces las invariantes que conseguirían la ordenación del territorio metropolitano? Para responder estas preguntas, en esta publicación se analiza la propuesta morfológica del programa de Fernando Gutiérrez Moreno y Rubén Pesci; y más específicamente la pertinencia de la configuración radio concéntrica y multinucleada, ante la “lógica de proximidad” del planeamiento cuya materialización ahora obliga legalmente, mientras otros aspectos de la propuesta serán estudiados en las siguientes publicaciones.

LA PROPUESTA MORFOLÓGICA DEL PROGRAMA ESTATAL 2030

Los redactores del Programa Estatal 2030, además de asumir la limitación orográfica del territorio en una configuración radio concéntrica, condicionaron la ordenación urbana al desarrollo planificado del Corredor 2030 y a la configuración multinucleada de la RMNL; concretándola en la consolidación policéntrica de la ZC y la descentralización multipolar de la RP. Por eso, a partir de la imagen del modelo ideal que expresa el dinamismo del desarrollo urbano, que ha sido explicada detenidamente en METROPOLISREGIA | FEBRERO 2018, trataremos ahora de resolver la contradicción que parece derivarse de la combinación de los modelos radio concéntrico y multinucleado en la misma ciudad (Fig. 0318-2).

Figura 0318-2. El modelo ideal de la Región Metropolitana de Nuevo León (RMNL) podría alcanzar la configuración radio concéntrica parcial a condición del desarrollo planificado del Corredor 2030; que debería incluir además la consolidación policéntrica de la Zona Conurbada (ZC) y la descentralización multipolar de la Región Periférica (RP). Cfr. Fernando GUTIÉRREZ MORENO y Rubén PESCI, Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030. Monterrey, 2012. Pág. 100

Ya que, aunque el planeamiento de la ciudad se haya considerado el arte de lo práctico3, no le puede faltar soporte teórico (racional); y, cuando carece de uno u otro, o de los dos, el crecimiento de la ciudad generalmente produce desorden urbano. Pensamos que es esto lo que ha ocurrido durante cincuenta años a la expansión de Monterrey; que, por otra parte, corrobora lo dicho por Benedetto Gravagnuolo: “el ámbito pertinente a las teorías y a las praxis de la proyectación urbana es, por antonomasia, el de la construcción planificada del espacio antropizado; mientras que los fenómenos de degeneración del desarrollo urbano que distinguen a la actual crisis de la ciudad, (…) derivan predominantemente de la ineficiencia de los planes y de las carencias (no raramente macroscópicas) en la gestión en el control de la expansión”4.

Por eso, no puede sorprendernos que, al conjunto de acciones del Programa Estatal 2030 orientadas al desarrollo económico, los redactores hubieran añadido la justificación racional del diseño, describiendo la dinámica ideal del desarrollo urbano como una combinación de dos modelos de ciudad: el radio concéntrico y el multinucleado. Quizá no tanto para contrastar el planeamiento real con la geometría ideal de los modelos5, cuanto para restablecer el orden en el desarrollo urbano de la RMNL, adecuando la propuesta de ordenación con las condiciones teóricas de una expansión que no ha parado desde el final del siglo XIX6.

Ahora bien, aunque al revisar las condiciones del planeamiento, parecía correcto mantener la estructura radial, cuyo trazado responde a la geografía y la historia de la ciudad7; aun así, se veía necesario complementar la interconexión transversal del sistema de circulaciones. Sin embargo, no por eso convenía consolidar el tejido urbano conservando el dinamismo propio del modelo radio concéntrico8. Ya que los redactores debían también poner atención en las condiciones operativas del planeamiento, que durante su configuración la metrópoli había incorporado otros polos de atracción diferentes del centro histórico: núcleos urbanos que rodeaban la capital del Estado y centralidades de nuevas actuaciones. Así que, la configuración multinucleada se había superpuesto a la concéntrica9; y, como consecuencia, la ordenación del conglomerado urbano requería ahora un proyecto con la perspectiva dinámica y operativa de ambos modelos.

Pero, además, era evidente que el planeamiento de la metrópoli funcionaba mal. Por una parte, faltaba cohesión al tejido residencial, derivada de la promoción aislada de innumerables proyectos de vivienda unifamiliar; y, por otra, abundaba en monofuncionalidad; destacando el déficit y desarticulación del equipamiento social, el abandono del espacio público y la escasez de área verde. Para la primera, que manifestaba el debilitamiento de la configuración concéntrica, el diseño preveía aumentar la densidad residencial y complementar la estructura de circulaciones transversal. Mientras que, para las otras, que impedían desarrollar la “lógica de proximidad” de la ciudad compacta, además de edificar los vacíos, planeaba regenerar la configuración nucleada; diferenciando la consolidación policéntrica del tejido mayormente edificado al interior del Corredor 2030, de la descentralización multipolar al exterior de éste, para impedir que aumentara la dispersión.

Debido a que el Plan Metropolitano 2000-2021 de Monterrey, redactado por Oscar Bulnes Valero y Helios Albalate Olaria, ya había previsto algunos de los problemas mencionados; el Programa Estatal 2030 solamente replanteaba las soluciones en la nueva escala de la metrópoli. Así que, antes de profundizar un poco más en la novedosa propuesta de regeneración multinucleada de la metrópoli, se comentará brevemente la respuesta que daba a la fractura del tejido residencial y el déficit equipamental.

Ya que en el artículo anterior se explicó que el proceso de densificación residencial de Monterrey todavía no estaba orientado a cubrir las necesidades de vivienda social y a corregir la dispersión, sería conveniente revisarlo separadamente. En cambio, con respecto a la interconexión transversal del sistema de circulaciones que complementaría el diseño estructurante, ya se ha explicado las tres propuestas: la estructura de circulaciones transversal es sin duda la más urgente (Fig. 0318-3); el Corredor 2030, que se considera indispensable para lograr la remodelación urbanística del tejido existente; por lo que merece también una revisión aparte. La última propuesta, la Ruta Parque, queda solo anunciada en el documento, ya que se desarrollaría posteriormente como límite exterior de la conurbación.


Figura 0318-3. En la propuesta de la estructura principal de circulaciones de la Zona Conurbada de Monterrey, los redactores compensan el dinamismo expansivo de las vías radiales (tonos rojizos) con una estructura de comunicaciones transversal (tonos ocres) que interconecta todo el sistema. Por su cuenta, el Anillo Metropolitano (color negro) ya delimita el sistema metropolitano actual. Cfr. Fernando GUTIÉRREZ MORENO y Rubén PESCI, Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030, Secretaría de Desarrollo Sustentable. Monterrey, 2012. Pág. 188

Por otra parte, aunque el Programa Estatal 2030 ha dispuesto las Áreas de Completamiento para paliar el déficit de espacio libre y área verde, conviene no escatimar en esas reservas. Desvigne destaca que los urbanistas trabajan hoy en “la transformación de ciudades y territorios ya muy modificados y artificializados, perteneciendo lo esencial de este entorno construido a la segunda mitad del siglo XX. Si este siglo ha construido mucho, lo ha hecho sin consciencia de la masa que edificaba y sin realizar espacios públicos a la escala de las urbanizaciones producidas. De ahora en adelante, se trata de reparar, transformar, redistribuir espacios y territorios ya habitados y ocupados. 
La urgencia radica en reequilibrar la proporción entre paisaje y espacio construido. (La historia nos enseña que un territorio equilibrado posee un 15% de espacios verdes, ratio cuya legitimidad es difícil que se acepte hoy)”10.

Por último, destacaremos la racionalidad, también geográfica e histórica, de la configuración multinucleada de la RMNL. Como modelo ideal, se veía necesaria ya para la metrópoli del Plan Director de 1967 de Guillermo Cortés Melo (Exápolis 2000), que esperaba alcanzar más de cinco millones de habitantes al final del siglo pasado11. Pero, como es bien sabido, la reticencia a obedecer el planeamiento oficial toleraría una expansión espontánea pero anárquica, estimulada por el potente desarrollo económico regional (de alcance global desde los años ochenta con la adscripción al TLCAN), que alteraría el equilibrio dinámico del modelo radio concéntrico. Y, también como respuesta al desorden urbano de la metrópoli, porque la preponderancia del dinamismo radial ha dejado un tejido urbano fracturado, neutralizando la pluralidad polar del territorio.

Hoy, por tanto, resulta indispensable restablecer la menguada capacidad de atracción de las centralidades históricas y las más recientes de la metrópoli. Si el Programa Estatal 2030 planea la consolidación del tejido existente, la especialización funcional, la densificación residencial y la dotación equipamental podrían reconfigurar los núcleos urbanos, volverlos a su natural polaridad12. Esto ayudaría a revertir la dispersión y uniformidad del planeamiento en la ZC, y en la RP al desarrollo armónico. En definitiva, a lograr mayor equilibrio y cohesión en el conjunto, pero también la diversidad y complementariedad que impulsen la competitividad global de la región13 (Fig. 0318-4).

Figura 0318-4. La propuesta de consolidación policéntrica de la RMNL está representada en el Plano 7.1 Fortalecimiento de las ciudades del RP y de las cabeceras municipales de la ZC. El dibujo, aparte de intentar una primera diferenciación de los núcleos según el grado de atracción, destaca las consecuencias de la dispersión en el planeamiento urbano.

La propuesta de Gutiérrez Moreno y Pesci es certera; el modelo nucleado en nada se contrapone con el concéntrico; por el contrario, son complementarios del planeamiento urbano (estructurante y operativo) y condición del modelo de ciudad compacta. No obstante que el proyecto de consolidación multinucleada de la RMNL es el más difícil, resulta también el más esperanzador del Programa Estatal 2030. Por eso, en el siguiente artículo, al estudiar la viabilidad del desarrollo planificado del Corredor 2030 y su relación con algunos modelos de ciudad lineal, se tendrá la oportunidad de reforzar la conveniencia de la doble configuración de la conurbación regiomontana.







1. En el prefacio a la obra de Marcel Poëte que se cita, Donatella Calabi afirma que “la elaboración de un plan exige el conocimiento del organismo urbano y no está lejos de la disciplina que responde al nombre de urbanística. En la medida en que ingenieros y arquitectos deben intervenir a partir de datos recabados de otras disciplinas (economía, geografía o historia, entre otras), limitar la urbanística al simple hecho de trazar planos significaría entregar el destino de la ciudad a conceptos exclusivamente gráficos”. Cfr. Marcel POËTE, Introducción al urbanismo. La evolución de las ciudades: la lección de la Antigüedad. Fundación Caja de Arquitectos, Barcelona. 2011. Pág. 10, párr. 3
2.  Michel DESVIGNE, El paisaje como condición previa, en Paisea 023, La gran escala. Barcelona, 2012. Pág. 10, col. 2, párr. 2
3.  “La forma urbana griega del periodo helenístico fue esencialmente (…) el resultado de la aplicación de unos sencillos principios de planeamiento al lugar en cuestión y de la aceptación al parecer indiscutida, de que el urbanismo es verdaderamente el arte de lo práctico”. A. E. J. MORRIS, Historia de la forma urbana desde sus orígenes hasta la Revolución Industrial. Editorial Gustavo Gili, SL. Barcelona, 1984. Pág. 54, párr.4
4. Benedetto GRAVAGNUOLO, Historia del Urbanismo en Europa 1750-1960. Ediciones Akal, S. A. Madrid, 1998. Pág. 7, párr. 4
5. “Vitrubio establece las consideraciones fundamentales que deben ser tenidas en cuenta en el diseño de poblaciones y describe los rasgos distintivos de una ciudad diseñada según un plano circular. (…) Estaba por tanto recomendando un plano teórico, el plano de la ciudad ideal”. A. E. J. MORRIS, Historia de la forma urbana desde sus orígenes hasta la Revolución Industrial. Editorial Gustavo Gili, SL. Barcelona, 1984. Pág. 188, párr. 2 y figura 5.11
6. Conviene destacar la coincidencia del soporte teórico de la propuesta de Gutiérrez Moreno y Pesci, con el razonamiento que parece llevar a Ledoux a adoptar el trazado concéntrico en el plan de las Salinas de Chaux; lo considera más adecuado que el damero tradicional de origen hipodámico para la expansión continua, privilegiando así la disposición panóptica y centralizada del modelo representativo de ciudad, por una parte; aunque por la otra, también la disposición abierta al crecimiento, preparando con ello el desarrollo económico y el proceso de industrialización. “In 1771, Ledooux was put in charge of (…) a new center near the Forest of Chaux (…) between the villages of Arc and Senans. (…) He abandoned an early rectangular design for an elliptical layout, as pure as the path the sun follows, because such a plan would allow for continual extension of the town”. Dominique DE MENIL, Visionary Architects, Boullé | Ledoux | Lequeu. University of St. Thomas, Gulf Printing Company, Houston, 1968. Pág. 110, párr. 3 y figura pág. 111
7. Para sustentar racionalmente esta afirmación, acudimos a la autorizada opinión de Marcel Poëte, que esclarece el fundamento histórico y geográfico del trazado de las vías de comunicación, que ha hecho crecer las ciudades de un territorio. Porque, afirma este autor: “la concentración urbana (…) se va incrementando con el desarrollo de la explotación de los recursos terrestres y con el perfeccionamiento de los medios de transporte”. Marcel POËTE, Introducción al urbanismo. La evolución de las ciudades: la lección de la Antigüedad. Fundación Caja de Arquitectos, Barcelona. 2011. Pág. 32, párr. 2
8. “A Antonio Averlino (Filarete) (…) se le atribuye el mérito de ser el primer renacentista en presentar una ciudad ideal globalmente planificada. (…) El plano está basado en dos cuadrados superpuestos de tal modo que originan u octógono inscrito en un círculo”. Pietro Cataneo, Buonaiuto Lorini y Vicenzo Scamozzi diseñaron otros modelos de ciudad radio concéntrica. Sin embargo, aunque todos tienen tejidos geométricos homogéneos, el trazado de Palma Nova que también se atribuye a Scamozzi, es quizá el más célebre. A. E. J. MORRIS, Historia de la forma urbana desde sus orígenes hasta la Revolución Industrial. Editorial Gustavo Gili, SL. Barcelona, 1984. Pág. 190, párr. 2 y figuras 5.13, 5.14, 5.17, 5.18 y 5.19, páginas 190 a 192
9. “La gran ciudad, en el sentido actual de la expresión, es, en definitiva, fruto de los progresos de la ciencia. (…) Debemos señalar también que entre una ciudad grande y una pequeña no existe tanto una diferencia de grado como una diferencia de tipo”. Marcel POËTE, Introducción al urbanismo. La evolución de las ciudades: la lección de la Antigüedad. Fundación Caja de Arquitectos, Barcelona. 2011. Pág. 32, párr. 2
10.  Michel DESVIGNE, El paisaje como condición previa, en Paisea 023, La gran escala. Barcelona, 2012. Pág. 10, col. 2, párr 3 a col. 3, párr. 1
11.  A cincuenta años de distancia del Plan de 1967, la metrópoli está todavía por alcanzar la población prevista para el año 2000. “Si durante mucho tiempo pudo afirmarse que el crecimiento era un hecho muy positivo (cuanto mayor, mejor), desde la década de los años sesenta, cuando se planteó la polémica de los límites del crecimiento, la perspectiva empezó a cambiar. Hoy lo ha hecho todavía más, con la actual crisis global. En estos momentos, seguramente es cierto que, en algunos casos, el crecimiento cuanto menor, mejor; y en todas la situaciones, cuanto más equilibrado, mejor“. Horacio CAPEL, Las pequeñas ciudades en la urbanización generalizada y ante la crisis global. Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de Geografía, UNAM. ISSN 0188-4611, Núm. 70, 2009. Pág. 13, col. 2, párr. 4 a pág. 4, col. 1, párr. 1
12. “Pueden ser núcleos de actividades industriales y de servicios, turismo y ocio, e incluso innovación y tecnología. (…) La definición de un sistema urbano de carácter policéntrico es hoy un aspecto importante de las políticas de ordenación territorial y planificación urbana, tratando de incorporar la posición del núcleo urbano en las áreas funcionales y los espacios dependientes”. Ibídem. Pág. 17, col. 1 párr. 3 a col. 2, párr. 1
13. “La necesidad y conveniencia de actuación conjunta constituye un concepto fundamental de integración socio-económica”. Fernando GUTIÉRREZ MORENO y Rubén PESCI, Programa Estatal de Desarrollo Urbano Nuevo León 2030. Monterrey. Pág. 100, párr. 1